El enorme fracaso de la recreación del Ministerio del Ambiente, que da para otro capítulo, o el escenario enrarecido de la relaciones Nación-Bogotá a pesar, o como consecuencia, de la creación de una Consejería cuya función principal es precisamente hacer más fluida esa relación, son muestras de que no todo lo que parece conveniente resulta serlo. Cada cargo que crea el Presidente -y crea casi un alto cargo por semana- enreda el complejo esquema institucional, genera duplicidades, estimula competencias políticas perversas, pero sobre todo, produce los resultados contrarios a los esperados.

La Alta Consejería para la Mujer no logra siquiera que el Presidente cumpla la ley de cuotas; unas semanas después de posesionada la Consejera para Bogotá el Alcalde trinó quejándose de la supuesta persecución del Gobierno Nacional en su contra; un año después de la recreación del Ministerio de Ambiente la Contralora advierte de una catástrofe ambiental; un año después de recreado el Ministerio de Justicia la justicia está en paro….como cuando no había Ministerio de Justicia. ¿Seguimos en el inventario?