De resto, en un reducido espacio de 4 metros por 4 metros, se deben acomodar el juez y su secretario, el custodio, el fiscal, el representante del Ministerio Público, el imputado y su defensor, los familiares de las víctimas y del acusado, abogados, funcionarios y, si hay cupo, los periodistas.

Es un sitio para albergar máximo a seis personas, pero en una audiencia pública con varios imputados los presentes pueden ser más de 20.

Sumado a la incomodidad, este recinto sagrado donde se imparte justicia sólo tiene una estrecha puerta de evacuación y carece de equipos de primeros auxilios en caso de una emergencia. El aire es suministrado por un ruidoso ventilador; ¡sólo uno! para menguar un calor que llega a los 32 grados centígrados, y sus escritorios parecen más pupitres de escuela que bufetes para alegatos judiciales.

No hay micrófonos ni equipos que graben las audiencias. El juez debe prender una grabadora periodística digital que pasa de mano en mano con la ayuda del custodio para registrar cada palabra que se dice. Aún así, una audiencia está a punto de comenzar.

El horno

Ante este despacho comparecieron en días pasados tres funcionarios del Juzgado Quinto de ejecución de penas de Cali, un abogado independiente y el jefe jurídico de la Cárcel de Villahermosa de Cali, presuntamente involucrados en una falsedad en documento público y falsedad ideológica. Además de los imputados y sus defensores, habían dos fiscales, varios familiares y amigos.

Una hora fue más que suficiente para causar un sofoco indescriptible. Los presentes, apeñuscados, usaban como abanico lo que tuvieran a la mano. Una funcionaria de la Fiscalía agitaba en su mano una hoja intentando secar el sudor que mojaba su rostro. El custodio se movía de lado a lado haciendo rodar la pequeña grabadora Panasonic en la que se grababa la audiencia. Había transcurrido poco más de dos horas y el juez 17 penal, Rubén Dario Plazas, anunció un receso. Eran las 12:30 del mediodía.

En la tarde la audiencia se reanudó, pero estuvo a punto de aplazarse. El calor era insoportable. Sin embargo, el juez se puso de nuevo su toga color negro de algodón y continuó con su tarea de impartir justicia.

Precarias condiciones

Ese mismo panorama se presenta en casi la totalidad de los despachos judiciales de Cali, luego de que fueran trasladados a vetustas edificaciones tras el estallido de un carro bomba frente al Palacio de Justicia, en 2008. La mayoría de los juzgados hoy día están situados en el centro de la ciudad en los edificios Hormaza, Anchicaya, Entreceibas, Garrido, entre otros, donde tuvieron que instalar improvisadas salas de audiencia.

Sin embargo, hace dos años, las quince salas que existían estaban equipadas con aire acondicionado, cámaras de video, micrófonos y muebles nuevos. Había 54 despachos penales. Las actuales salas, por ejemplo, en el edificio Hormaza, más parecen oficinas para consultas esotéricas. Pasillos estrechos y solitarios, poco aire y luz tenue. Por eso los empleados deben abrir las puertas y ventanas de par en par, mientras los jueces realizan las audiencias.

La informalidad de estas oficinas ha generado situaciones curiosas. Por ejemplo, hace unos días en el Juzgado Décimo Penal de Conocimiento, situado en el edificio Arboleda, el juez tuvo que detener la audiencia por varios minutos porque frente al primer piso de la edificación un vehículo se detuvo con un parlante a todo volumen que anunciaba la publicidad de un almacén de ropa. El ruido se filtró por las ventanas sin dejar escuchar nada, al punto que un policía tuvo que bajar cinco pisos por las escaleras, porque el ascensor estaba dañado, para decirle al dueño del vehículo que se fuera.

A eso se suma que dos de los micrófonos de los intervinientes presentaban fallas en esa sala. El testigo de la Fiscalía casi daña del todo el botón de encendido, pues lo oprimía con exagerada fuerza, mientras el custodio lo miraba con inquietud. Al final el uniformado tuvo que acercarse al interruptor cada vez que el testigo iba a hablar para evitar que se averiara.

Además de los juzgados, después de la explosión en el Palacio de Justicia, las Unidades de Reacción Inmediata, URI, fueron descentralizadas a Siloé, al sur de Cali y en la casa de Justicia de Aguablanca.

Hace un mes, en medio de una audiencia realizada en ese mismo edificio, un policía advirtió que un reo a punto se ser condenado podría lanzarse por una ventana. Estaban en el quinto piso, donde las ventanas no ofrecen ninguna barrera hacia el vacío. Ese día, por fortuna, el preso fue persuadido por el uniformado y el caso pasó desapercibido.

“Hasta el momento no ha habido casos de suicidios, pero se podría presentar que un condenado trate de evadir a la justicia y se lance por las ventanas, como se ha advertido en el edificio Arboleda”, anotó la juez Carlina Ortíz, jefe (e) del Centro de Servicios Judiciales.

Esas anécdotas abundas en los pasillos de estos despachos. Así deben trabajar los jueces en Cali, donde diariamente son capturadas entre 50 y 70 personas por diferentes delitos y se efectúan entre 5 y 20 audiencias, según aproximaciones del Centro de Servicios Judiciales.

En otros casos el que interfiere en el trabajo de los jueces es el miedo. Una semana antes de las elecciones legislativas, el marzo pasado, la Juez 18 Penal de garantías tuvo que suspender una audiencia y evacuar el edificio Anchicayá, por amenaza de bomba. Ese día la Policía halló un artefacto en pleno centro de la ciudad y capturó a dos personas. Minutos después del susto la Juez tuvo que continuar con la audiencia como si nada hubiera pasado.

El Palacio estaría listo en 2011

Hace más de dos semanas se realizó un recorrido por las obras que se adelantan en el edificio Elías Serrano, donde estaba el Palacio de Justicia.

Según Clara Inés Ramírez, directora de Administración Judicial, las obras van por buen camino y ya existen varios pisos con algunas salas terminadas. Se espera que en la renovada edificación funcionen 127 salas de audiencias para jueces penales, civiles, laborales y de familia. También estarían los juzgados de adolescencia.

“Para tal fin, según lo que hemos conocido, se están invirtiendo al rededor de 45 mil millones de pesos y se cree que las obras concluyan finalizando en tercer trimestre del 2011”, expresó Marta Sánchez, presidenta de Asonal.

Preocupa la seguridad

• Según la jefe del Centro de Servicios, Celmira Ortiz, los custodios no son suficientes, pues a veces los jueces de control de garantías deben hacer las audiencias sin la presencia de estos uniformados.

• También asegura que no hay medidas preventivas respecto a la seguridad del centro, sobretodo donde se almacenan carpetas con los procesos por homicidio, terrorismo, narcotráfico, secuestro y delitos de lesa humanidad.

• Un total de 42 jueces trabajan en Cali en los diferentes despachos judiciales. Ocho magistrados de la Sala Penal del Tribunal Superior prestan sus servicios en esta ciudad. No todos cuentan con esquemas de seguridad por parte del Estado.

• En los próximos días seis nuevos jueces penales de conocimiento comenzarán a laborar en el edificio Versalles en el norte de Cali.