Interesante conocer la motivación que tienen en la rama judicial en un tema de tanta trascendencia actual como es la problemática ambiental.

La descripción a cargo de los conferencistas (abogados e ingenieros) sobre los limitados alcances de la legislación ambiental lo deja a uno algo perplejo; a pesar de tanta normatividad no se ha podido llegar a ese punto ideal para controlar la depredación del medio ambiente; las herramientas han sido tal vez suficientes pero requiere otros componentes que las ayuden a ser más efectivas como la práctica de la ética y un mayor conocimiento de lo que realmente causa la afectación ambiental. 

En la protección ambiental se juegan muchos intereses, incluso relacionados con la sobrevivencia del mismo hombre. Cuántas fábricas están contaminando en estos momentos, pero su cierre significaría dejar a muchas personas sin subsistencia. El tema del río Bogotá es de los más inquietantes del mundo. A este río van a desembocar las aguas residuales de cinco millones de habitantes y además los residuos de distintos tipos de fábricas como las curtiembres y las jaboneras. Se han hecho varios intentos de descontaminación pero no han podido cumplir con las expectativas porque, en primer lugar, los sistemas de tratamiento no han servido y, en segundo lugar, se han hecho presentes influencias non sanctas que mueven “cielo y tierra” para evitar controles sobre las industrias que más contaminan al sacrificado río Bogotá.
Otro caso patético es la depredación de los cerros orientales de Bogotá, también comentado en el seminario, los cuales a pesar de contar con un sinnúmero de providencias, de distintos tribunales, amparando su protección, una “mano invisible” se ha llevado por delante todo este andamiaje legal para seguir deforestando y construyendo en zonas declaradas no aptas para urbanizar.

Finalmente, la Jefe de la Oficina Jurídica del Ministerio de Ambiente, criticó las paradójicas campañas que se hacen a favor del medio ambiente con cachuchas y camisetas llenas de colorines, las cuales son elaboradas con tintas degradadoras del medio ambiente, lo cual deja entrever que aún falta mayor conocimiento en este campo.

El camino está largo por recorrer.

Por: Ramiro Adolfo Muñoz (Columnistas)

La Nación / 13 de noviembre de 2008