Los internautas pasaron de la indignación en Twitter a los plantones en la calle. En solo una semana las organizaciones sociales recogieron más de 130.000 firmas.
El papel de los medios y el activismo de las organizaciones sociales en la red para tumbar la reforma a la Justicia fue histórico. La ciudadanía fue la única que salió fortalecida de esta crisis institucional.
La reforma a la Justicia despertó a un león dormido. Como pocas veces ha ocurrido, la ciudadanía expresó su indignación en las redes sociales y los medios de comunicación. En las últimas dos semanas los noticieros de televisión registraron las filas de gente que quería firmar la revocatoria del acto legislativo que finalmente sepultó el Congreso. Y durante casi tres días, el hashtag
#semuevelacontrareforma estuvo entre las tendencias más importantes de Twitter, un fenómeno sin antecedentes en la corta historia de la red social en Colombia.
“Constatamos que cada uno de nuestros votos tiene poder y así los debemos valorar”, dijo Alejandra Barrios, de la Misión de Observación Electoral (MOE), una de las organizaciones que lideró las protestas. En un momento en el que la oposición al presidente Juan Manuel Santos en el Congreso está reducida a su mínima expresión, las redes sociales, las voces independientes y las ONG, amplificadas por los medios, se convirtieron en el coco de los poderes públicos. El reversazo del gobierno, aunque no es comparable a ningún otro, fue antecedido por los retiros de la reforma a la Educación y la Ley Lleras debido a similares protestas.
El rechazo ciudadano a esta iniciativa comenzó mucho antes de que los micos saltaran. Sin embargo, cuando el Congreso aprobó la conciliación y el presidente advirtió sobre sus peligros se desató la indignación colectiva. Las ONG de la Coalición Ciudadana por la Justicia anunciaron que convocarían un referendo para revocar el “adefesio”. Al mismo tiempo, un grupo de tuiteros del movimiento Manos Limpias, que ha protestado contra los abusos de algunos congresistas a través de la ‘Corzotón’, la ‘Marcha de los antifaces’ y la campaña ‘Fuera Merlano’, se propuso despertar la conciencia ciudadana. Las ONG, tuiteros y algunos líderes de opinión, hicieron causa común. La bola de nieve se creció, dirigentes de Progresistas, del Partido Verde y del Polo se unieron a los indignados. En los principales centros urbanos del país pasaron de las protestas de 140 caracteres en la red, a los plantones y a jornadas de recolección de firmas, mientras el gobierno saltaba matones para hundir la reforma y salvar su imagen.
La pregunta es si este entusiasmo, sin estructuras políticas tradicionales, llevará a transformaciones sociales de mayor envergadura. O si, como la ‘Ola Verde’, será espuma de un día. Para Óscar Dueñas, de Manos Limpias, “la tarea apenas comienza”. El interés del movimiento, explicó, antes que convertirse en una plataforma política partidista es movilizar la participación ciudadana. “No somos de izquierda ni de derecha ni de centro, protestamos contra la corrupción”, dijo.
En el mismo sentido, las organizaciones sociales que se anotaron una victoria política con el hundimiento de la reforma, consideran que la tarea no ha terminado. Armando Novoa, director del Centro de Estudios Constitucionales Plural, anunció un activismo “en contra del gorila que dio vida a los otros micos”, dijo, refiriéndose a la reforma constitucional (acto legislativo 01 de 2011) que permite que los congresistas voten los actos legislativos sin tener que declararse impedidos. Para llevar a cabo estos propósitos seguirán aliados con los ‘hacktivistas’.
Los expertos coinciden en que la ‘revolución’ no se hará por Twitter. Pero, como en el movimiento M-15 de España, los ‘Occupy’ de Wall Street y la Primavera Árabe, en Colombia ha aparecido una nueva forma de expresión ciudadana, que tiene mil caras y aprovecha el acceso a la información que encuentra en internet y los medios de comunicación. Este nuevo actor político, espontáneo y reactivo, llegó para quedarse y multiplicarse.