Es que como la mayoría de las cosas, el voto electrónico no es totalmente bueno ni absolutamente malo. Posee grandes ventajas pero simultáneamente tiene poderosas debilidades que es necesario conocer y estimar antes de dar el gran paso.
Para comenzar con los aspectos positivos, es suficiente con refrendar las palabras de registrador nacional Carlos Ariel Sánchez Torres, para quien con razón, el voto electrónico puede convertirse en una herramienta eficiente para combatir el fraude electoral. Sobre todo, el que ponen en práctica quienes utilizan a los muertos para sumar votos a su favor, ya que la necesidad de poner la huella dactilar al momento de sufragar, definitivamente les levanta un obstáculo para concretar sus sucias costumbres.
De hecho, la suplantación del votante en general bajo todas sus modalidades, puede reducirse sustancialmente con esta nueva modalidad de la tecnología.
Pero tal como se decía párrafos arriba, tampoco se pueden desconocer las debilidades. Debilidades que se potencializan por cuenta de la trazabilidad que tiene el voto electrónico; es decir, la posibilidad de que se pueda perder el secreto electoral.
En otras palabras y tal como ya ha ocurrido en otras naciones como Venezuela, este adelanto tecnológico es permeable a que eventualmente se pueda establecer por quién sufragó cada persona y esa información en una sociedad como la colombiana, puede ser terriblemente peligrosa.
Es que no es necesario adentrarse demasiado en análisis y estudios, para deducir que en un país en el que el clientelismo, los favores políticos y el dinero son determinantes en los resultados electorales, conocer cómo vota cada quien es un riesgo que puede poner en peligro a la democracia misma.
Lamentablemente, quienes viven de la trampa y se hacen elegir por cuenta del engaño, con seguridad dirigirán toda su artillería a explotar las flaquezas de este nuevo sistema para asegurar su ventaja en las urnas. Es entonces una obligación del Estado y particularmente de la Registraduría tomar todas las medidas humanamente posibles, para que no logren su cometido.