La mantuvo encerrada, la amenazó de muerte y la forzaba a tener relaciones sexuales con amigos para rematar las rumbas. Una mañana mientras él se bañaba, sonó el timbre. Era la Policía que iba a hacer una inspección. “En un ataque de llanto y desesperación comencé a suplicarles auxilio y milagrosamente pude salir de allí -cuenta María-. Cuando salí tuve que abortar, tengo Sida y aunque estoy en tratamiento creo que me quedan pocos días de vida”.

María es una de las muchas mujeres que han logrado escapar a este tipo de esclavitud moderna que documenta el último informe de la Oficina de Vigilancia y Lucha contra la Trata de Personas del Departamento de Estado de Estados Unidos, y según el cual la población de más alto riesgo son las mujeres pobres de áreas rurales, los familiares de miembros de organizaciones delictivas, y los desplazados, que se ven obligados a abandonar sus tierras y a reubicarse en zonas urbanas marginales en condiciones de mayor exclusión social y se convierten en presa fácil.

Como Daniel, de 30 años, un desplazado del Cauca que llegó a Cali en busca de trabajo y encontró a una persona que le ofreció ayuda para viajar a España. “Ni siquiera tuve que hacer vueltas en la Embajada -cuenta-. Cuando llegué al aeropuerto, un señor me entregó los pasajes, pasaporte con la visa y los demás papeles, pero los tiquetes no decían Bogotá-Madrid-Bogotá sino Bogotá-París”.

Cuando llegó a París le quitaron los documentos y lo convirtieron en prostituto. “Me obligaban a concretar mínimo 18 citas diarias y si no cumplía me maltrataban, abusaban de mí y me dejaban sin comer por dos días”. Tenía que entregar el 80 por ciento de lo que ganaba. Su vida se volvió un infierno. “Un día pensé que la muerte era mucho más digna que seguir soportando eso y decidí volarme”.

Según Carolyn Cooley de la Sección de Asuntos Políticos de la Embajada de Estados Unidos, el informe del Departamento de Estado dice que “las pandillas y las redes del crimen organizado reducen a familiares y conocidos suyos y a desplazados, por lo general mujeres y niños, a condiciones de explotación sexual comercial y de trabajo forzoso, e incluso los obligan a trabajar en el comercio ilícito de drogas”.
Agrega que Colombia es uno de los países con mayor número de mujeres y niñas llevadas a América Latina, el Caribe, Europa occidental, Asia, Medio Oriente y Norteamérica, para propósitos de explotación sexual y servidumbre doméstica obligatoria. En el país no solo son sometidas a explotación sexual y servidumbre doméstica, sino a matrimonios forzados, trabajos forzosos y mendicidad obligada. En ciudades como Cartagena y Barranquilla la situación es especialmente crítica por el turismo sexual infantil de extranjeros.

A este cuadro de horror se suma que las guerrillas y los paramilitares reclutaron a la fuerza y explotaron a 6.000 niños de los cuales, según la Fiscalía, 719 de casos ocurrieron en los últimos cuatro años.

Para la Organización Internacional de Migraciones, OIM, el informe del Departamento de Estado es un campanazo de alerta porque no obstante los esfuerzos del Gobierno para combatir la trata de personas, las redes de traficantes no ceden. Entre enero y el 13 de junio de este año, la OIM conoció 110 casos, lo cual refleja un aumento significativo frente a 2008, cuando el organismo asistió 57 casos. Y hay que tener en cuenta que el número puede ser más alto porque pocas víctimas se atreven a denunciar por temor a represalias.

Según Carolina López, del Programa Integral contra la Trata de Personas de la OIM, de los 57 casos de 2008, 38 eran personas explotadas en otros países. “De ellas, 35 eran mayores de 18 años y tres menores, 36 mujeres y dos hombres; 42 corresponden a casos de explotación sexual, tres a explotación laboral y dos a mendicidad forzada -dice-. Los otros 19 casos corresponden a víctimas explotadas en el país”.

Trabajos forzados

El fenómeno se presenta en el país en varias modalidades: trabajo forzoso, servidumbre por deudas, tráfico de migrantes, trata de niños, prostitución forzada, esclavitud sexual, turismo sexual, matrimonio forzoso, venta de esposas por catálogo y servidumbre infantil. Los victimarios usan agencias de viaje de fachada, de estudios en el exterior, de empleo y matrimoniales para este propósito y hay empresas que ofrecen “novias por catálogo”. En los barrios de las ciudades hay personas dedicadas al negocio de esclavizar. “Hay casos de niños vendidos por sus propias mamás -dice la OIM-. Los que los compran los obligan a mendigar”.

Después de la explotación sexual, la modalidad más común de la trata de personas es la mendicidad. “Normalmente el victimario recoge a los niños por la mañana en los barrios populares para que pidan limosna y al final de la tarde los devuelve a sus comunidades. En algunos casos, las familias de los menores reciben un pago por ‘alquilarlos’ diariamente”.

Las ciudades de origen de la mayoría de las víctimas son Pereira, Medellín, Bogotá, Cali y Cartagena donde han denunciado trabajos forzados en fábricas, minas, ladrilleras, construcción, pesquería, agricultura y servicio doméstico. “Niños y hombres son las víctimas más comunes de los trabajos en minerías, construcción, ladrilleras y pesca -dice el informe de la OIM-. Niñas y mujeres son las víctimas más comunes de explotación en el servicio doméstico”. El fenómeno va en aumento y pocos han podido romper el grillo.

Modalidades de esclavitud

– Prostitución forzada y explotación sexual
– Servidumbre doméstica involuntaria
– Reclutamiento de niños para la guerra
– Matrimonio servil
– Agricultura servil
– Explotación laboral en minas, fábricas y locales comerciales
– Mendicidad
– Pornografía
– Turismo sexual
– Servidumbre por deudas