Ante la trascendencia de sus fallos y una agenda que incluye decidir la legalidad de la reelección presidencial, los ojos están puestos en esta tercera generación de magistrados en los 18 años de la Corte Constitucional. Para algunos analistas, la conformación del tribunal ha sido otra víctima de la reelección presidencial: la Casa de Nariño habría construido una mayoría favorable a sus intereses. Otros prefieren darle un compás de espera, aunque hacen énfasis en la llegada de juristas de las más variadas especializaciones y de no expertos en derecho constitucional.
Si bien es cierto que el proceso de selección de los nuevos magistrados avanzó un poco en transparencia (las altas cortes abrieron inscripciones y se celebraron audiencias), es elocuente que los veedores del proyecto Elección Visible se hayan sentido como convidados de piedra en las sesiones de la semana pasada. A pesar del notable esfuerzo de esta iniciativa ciudadana, lanzada por 13 organizaciones de alta credibilidad, la opinión pública y los congresistas siguen sin prestar la debida atención a la selección de los juristas que afectarán los más diversos aspectos de la vida nacional, desde derechos de minorías hasta los planes de salud.
Tanto el Senado como los partidos políticos y el Ejecutivo no aprovecharon al máximo esta oportunidad única para debatir el tipo de juez constitucional que el país necesita, sus calidades académicas y sus visiones jurídicas. Este proceso de selección merece una revisión que, sin violar el principio de los pesos y contrapesos de los poderes públicos, aumente la transparencia, fortalezca la rendición de cuentas y permita a la ciudadanía más instancias de debate público.
No obstante, finalizados estos meses de selección, lo que viene ahora es evaluar la nueva Corte a la luz de sus próximas decisiones y así poder dilucidar similitudes, preferencias e inclinaciones con respecto a sus antecesoras. Serán los fallos y sentencias sobre los más polémicos asuntos los que hablarán por la calidad de la salvaguardia de la Carta Política, incluida la independencia frente a los otros poderes, que impulsarán los nuevos miembros de la corporación.
El Tiempo / 30 de marzo de 2009