Lagos y su familia son blancos obvios de quienes buscan ocultar el uso criminal y político que miembros del gobierno le han dado a las herramientas de inteligencia del Estado.
Esta semana, Noticias RCN reveló que el capitán Lagos señaló ante la Fiscalía la identidad de algunos de los directos receptores de la información obtenida ilegalmente. Según su versión, él mismo le entregó reportes detallados de seguimientos al entonces consejero presidencial José Obdulio Gaviria; al secretario general de la Presidencia, Bernardo Moreno, y a otros dos asesores del Jefe de Estado.
Unas horas antes de la revelación -en una impecable entrevista conducida por Vicky Dávila- la ex directora del DAS, María del Pilar Hurtado, admitió por primera vez que las investigaciones, sin orden judicial, a magistrados de la Corte Suprema nacieron de una inquietud del Presidente de la República.
Los eslabones inicial y final de la cadena están a la vista: los seguimientos ilegales surgieron de una preocupación del Presidente, y los informes -algunos de los cuales ignoraba la propia directora del DAS- fueron entregados a altos asesores del mandatario.
Pero ahí no paran las coincidencias. Dentro del mismo plan, José Obdulio Gaviria filtró a medios de comunicación una fotografía en la que supuestamente aparecía el cuestionado empresario Ascencio Reyes en la posesión del fiscal Mario Iguarán. La conjura resultó deslucida porque el hombre que salía en la foto no era Reyes.
Las filtraciones eran parciales y sesgadas. Mientras trataban de poner en la picota a magistrados incómodos para el gobierno, soslayaban la información comprometedora de otros miembros de la rama judicial, considerados aliados incondicionales del Ejecutivo. Cuando todo esto se destape conoceremos, por ejemplo, las relaciones financieras entre Reyes y un tristemente célebre miembro del Consejo Superior de la Judicatura.
Embriagados por el exceso de poder, altos funcionarios de la Presidencia se aliaron con la mafia para desprestigiar a la Corte Suprema de Justicia y a sus contradictores.
Un resultado de esta asociación es la carta al Presidente de alias ‘Tasmania’ con la que el gobierno intentó desacreditar la investigación de la para-política. ‘Tasmania’ aclaró después que todo era un montaje contra el magistrado auxiliar Iván Velásquez. Detrás del plan estaban, según él, el abogado de alias el ‘Tuso’, el ex senador Mario Uribe y Santiago Uribe, el hermano del Presidente. La carta fue recogida por Martha Leal, alta funcionaria del DAS, por orden que Bernardo Moreno le diera a María del Pilar Hurtado.
Otro tanto sucedió con las falsas retractaciones del hoy asesinado Francisco Villalba. La carta en la que retiraba señalamientos al Presidente por la masacre de El Aro resultó escrita por Chucho Sarria, el viudo de la ‘Monita retrechera’. Mientras estuvo en la cárcel, Sarria tuvo contacto con el secretario jurídico de la Presidencia, Edmundo del Castillo, a través de una voluntaria llamada María Victoria Millán, compañera de grupo de oración del doctor Del Castillo.
Y eso sin hablar de la reunión con ‘Job’, de la cual pronto se conocerán nuevos y reveladores antecedentes.
Son demasiados “hechos aislados” como para creer que ocurrieron por azar. El capitán Lagos tiene claves para empezar a armar el rompecabezas.
P.D.: Después de 17 años desaparece de El Colombiano la columna de Javier Darío Restrepo. La vida y el trabajo de Javier Darío son el mejor ejemplo del buen periodismo. Sus opiniones, siempre lúcidas, han sido una guía constante en medio de las tinieblas del unanimismo.