El Inpec intenta recuperarla y acabar con el hacinamiento que hoy es del 93,5 por ciento, pero su destino, irremediablemente, será desaparecer.
Centenares de historias
“Desde que entré al cuarto de reseñas, de la cárcel La Modelo de Bogotá, ya se respiraba muerte. Es un olor producto de la mezcla de otros olores: cañerías, comida, hombres sin bañarse. A veces lo siento en mi nariz y vuelvo al infierno”.
José Luis Méndez, un abogado de 56 años, es uno de los centenares de hombres que han pasado por el centro de reclusión más famoso del país, lamentablemente, por su trágica historia judicial y de orden público.
Méndez llegó el 25 de agosto de 1998, sindicado de un homicidio del que fue declarado inocente en el 2006, y vivió los peores años del centro carcelario, desde balaceras con fusiles Galil y R-15, hasta secuestros y decapitaciones a plena luz del día.
Caspetes, caciques y oasis
La Modelo, llamada así por lo que supuestamente sería para el sistema carcelario latinoamericano, recibió condenados hasta 1973. Sin embargo, las confrontaciones entre Policía y estudiantes de la Universidad Nacional llevaron a las autoridades a que uno de los patios se adecuara para albergar a los detenidos.
Con la llegada de los estudiantes, señalados de ser “comunistas y rebeldes”, la cárcel se fue politizando y los peligrosos homicidas que purgaban condenas de hasta 60 años empezaron a convivir con sindicados, que en un gran número eran inocentes.
Con este nuevo panorama y ante la creciente llegada de internos, derivada de la falta de cárceles en todo el país, La Modelo se volvió una bomba de tiempo que estalló en 1997, cuando el hacinamiento generó duras revueltas.
Para ese momento, el centro de reclusión ya albergaba a famosos guerrilleros, narcotraficantes y sicarios al servicio del paramilitarismo.
Los caspetes (restaurantes) eran controlados por un jefe en cada patio, al que llamaban cacique y la cárcel no se movía sin el permiso de los ‘dones’ o presos que mandaban en los patios.
Los mismos caciques dividieron la cárcel: el ala norte para la guerrilla y la sur para los paramilitares. En el medio quedó la delincuencia común, que dominaba un patio. Los “desechos” (violadores, homosexuales, pandilleros e indigentes) fueron confinados en un oscuro pasillo, con deprimentes celdas, al que llamaron ‘oasis’.
“Era terrible esa zona. Primero era solo para los travestis y luego nos metieron a todo el mundo. Yo andaba con un garrote para darle al que quisiera propasarse, y aguja e hilo para coser a los que se daban cuchillo”, relata Henry Romero, o mejor Jessica, una rubia de 1,83 metros que no se avergüenza de su condición de travesti y ha lidiado con cuanto preso llega a La Modelo, desde hace 10 años.
Según ella, el peor día fue el 27 de abril del 2000, cuando una batalla campal, con granadas, fusiles y explosivos artesanales, se desató por culpa de los paramilitares: 27 delincuentes comunes fueron masacrados y 16 más desaparecieron. Al parecer, terminaron picados y botados por las cañerías del ala sur.
En sus pasillos hay miles de historias de injusticias y abominables crímenes. A sus 50 años, el mejor futuro es desaparecer.
Década crítica para la cárcel
Entre 1957 y 1960 fue adecuada La Modelo. En 1959 terminó la construcción para albergar a 1.800 reclusos, y en enero de 1960 llegaron los primeros 600. Sin embargo, en 1997 estalló el hacinamiento con un 300 por ciento.
El 21 de mayo de 1998 se produjo una cinematográfica fuga de 20 presos que cavaron un túnel desde el ala sur de la cárcel, hasta la alcantarilla principal de la Fiscalía General. Entre los prófugos estaba el jefe de las Farc ‘el Loco Iván’.
En abril de 1999 las guerrillas de las Farc y el Eln se tomaron el control de la cárcel, organizaron un frente dentro de la prisión y lideraron las protestas a nivel nacional contra el hacinamiento y en favor de la rebaja de penas.
El 26 de abril del 2000, la muerte de un recluso desencadena un enfrentamiento armado. 9 años después no está claro cómo entraron los fusiles a la prisión. Hubo destrucción parcial del lugar, 27 muertos y 16 desaparecidos.
El Tiempo / 20 de abril de 2009