Padilla es ex asesor jurídico del Banco de la República y ex director del departamento de Derecho Penal de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Javeriana, entre otros cargos. Abogado de tiempo completo, Pinilla recuerda con alegría y satisfacción el primero de septiembre de 1969 cuando se vinculó a la Rama Judicial, en donde se inició como juez promiscuo municipal de Engativá.
Esta larga trayectoria lo llevó a desempeñarse como magistrado de la Corte Suprema de Justicia el primero de octubre de 1994 y septiembre 30 de 2002, Corporación de la cual fue su Presidente en 2000. A pesar de la importancia de cada uno de estos cargos, hay uno que sobresale: miembro de la Comisión de la Verdad, la misma que se ha encargado de escudriñar en detalle lo sucedido durante el holocausto del Palacio de Justicia.
– ¿Cómo recibe el encargo de Presidente de la Corte Constitucional?
Lo asumo con una devoción hacia la República. Es una responsabilidad que voy a cumplir con pleno esfuerzo, con toda dedicación y espero que sea positivo para la Nación.
– ¿Qué retos tiene en adelante?
Son muy grandes porque desde la Corte se ha hecho mucho por la preservación de los derechos fundamentales y para la defensa de la Constitución. Es un honor muy alto, pero más alto será la responsabilidad.
– ¿Cómo analiza usted los llamados ‘choques de trenes’?
El año pasado se reformó el reglamento interno de la Corte para que la revisión de sentencias contra judiciales sea revisada por la Corte en pleno, es decir, por los nueve magistrados.
– ¿Eso da más garantías?
Más que garantías, lo que sí sucede es que se disminuyen los riesgos de error y facilita llegar a una decisión acertada en algo de tanta magnitud.
– ¿Han recibido respuesta de las altas cortes con las que se presentaban esos enfrentamientos?
Se ha avanzado mucho. El magistrado Humberto Sierra procuró la integración en la Rama Judicial, de manera que se respeten las competencias respectivas.
– ¿Cómo ha visto los roces entre Cortes?
No puede ocurrir que los órganos de justicia, que estamos llamados a resolver conflictos, los creemos. Eso sorprende a la Comunidad. El mal llamado ‘choque de trenes’ tiene que desaparecer.
– ¿Cómo recibieron la decisión de la Sala Penal y Laboral de la Corte Suprema de enviar sus tutelas para revisión a la Corte Constitucional?
Es algo altamente positivo. Hemos avanzando en un respeto mutuo que ha permitido que la tutela no pierda su efectividad.
– ¿Sigue dándose la llamada tutelitis?
Por supuesto. Aquí llegan más de mil tutelas diarias. Infortunadamente, se ha querido convertir la tutela en una instancia adicional. Ahora eso habla bien de la confianza que la gente tiene en ese mecanismo.
– Este año llegan seis nuevos magistrados a la Corte ¿cómo va a cambiar esa corporación?
Claro que cambiará, pues vendrán formas de pensar diferentes y nuevas filosofías. Esa integración es bienvenida.
– Hacen falta dos magistrados cuyas ternas están a cargo del Presidente. ¿Qué espera?
Sabemos que el Presidente va a ser muy cuidadoso en la escogencia de las ternas. Y no es para menos porque la labor que se desarrolla desde acá es de una importancia infinita.
– ¿Esperan que llegue por lo menos una mujer?
Ojalá lleguen más, pero la verdad es que la llegada tardía de la mujer al ámbito del derecho hace que haya menos presencia. En mi época de estudiante sólo había siete mujeres y 60 hombres, hoy ese número de mujeres, afortunadamente, es muchos más.
– ¿Hay represamiento de procesos en la Corte?
No porque Corte es estricta en cumplir los términos. Lo que sí es cierto es que son muchas las demandas contra leyes y actos legislativos. Eso hace que la labor sea intensa.
– Usted es miembro de la Comisión de la Verdad. ¿va a continuar en ella?
Yo asumí esa responsabilidad cuando estaba en la Corte Suprema de Justicia. Esa tarea, académica e histórica, se puede desarrollar paralelamente, pues no genera inhabilidad o incompatibilidad. Además es una tarea Ad honores.
La Republica / 06 de febrero de 2009