Bogotá, 29 de mayo de 2020. A continuación, se reproduce la columna escrita por Augusto Trujillo Muñoz publicada en El Espectador.
El interés de Hernando Herrera Mercado, director de la Corporación Excelencia en la Justicia, por trabajar en torno a la idea de una Colegiatura obligatoria para los profesionales del derecho, empujó al Colegio de Abogados de la Universidad Nacional de Colombia a entrar en contacto con sus colegas de otras universidades del país.
Aquella cita se convirtió en coyuntura histórica para iniciar un importante proceso de aproximaciones entre los miembros de los Colegios de Abogados Rosaristas, Javerianos, de los Andes y de la Nacional. Hace cerca de un año conformaron la Red de Colegios de Abogados y comenzaron a discutir sobre la colegiatura obligatoria para los profesionales del derecho en Colombia
Es este un tema en torno al cual se han suscitado muchos debates y se han presentado distintos proyectos de ley, a lo largo de los años. Quizá el último se trabajó en el Congreso, en el año 2009, sin el éxito esperado por sus inspiradores. La colegiatura obligatoria pretende resolver la dispersión de los profesionales del derecho, cuyos intereses gremiales carecen de vocería, en medio de una gremialización generalizada de las distintas actividades empresariales y profesionales del país.
La actualización de conocimientos en un mundo cambiante y dinámico, su evaluación, la disciplina misma de los abogados en su ejercicio profesional o en su gestión asesora o consultiva, son temas básicos para los profesionales del derecho. También para un país que necesita recuperar los principios-valores que tuvo en el pasado. El futuro, por supuesto, no está situado a nuestra espalda. Pero, han desaparecido principios solidarios y valores de ética pública, hasta el punto de amenazar cualquier entramado institucional.
Como en la balada de Serrat, o en el poema de Machado, los presidentes de aquellos cuatro Colegios de Abogados llevan un año haciendo el camino al andar. Francisco Boada, Edgar Munévar, Jesús Méndez y Sergio González son los cinco juristas pioneros de una idea que, ahora sí, parece tener alguna opción. La Red de Colegios de Abogados es, de seguro, el primer paso hacia una idea de colegiatura que los abogados, de abajo hacia arriba, pueden ir reforzando paulatinamente.
Claramente ese propósito no se consolida a la vuelta de la esquina. Pero la Red está construyendo vasos comunicantes con sus respectivas universidades, con sus consultorios jurídicos, con instituciones similares en Bogotá y en las distintas regiones del país. Quizás la idea de conformar una especie de Confederación Colombiana de Colegios de Abogados, obrara a favor de la colegiatura como objetivo.
El derecho no solo significa la mejor manera de resolver cabalmente los conflictos entre las personas. Es, probablemente, la única. También es una garantía de convivencia social. Colombia tiene una tradición jurídica, seria y cierta, que no puede zaherirse con el remoquete falaz de “leguleyismo santanderista”. Sería, además, antihistórico. No recuerdo quien lo dijo, pero tenía razón: “En Colombia primaron siempre las bibliotecas sobre los laboratorios; y gracias a una inclinación ingénita por la inteligencia, el país construyó un formato jurídico inmune a la preeminencia de la fuerza”, Es preciso defender y conservar semejante patrimonio.
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