También es uno de los más vulnerables. Así quedó demostrado con la investigación de Semana que reveló como detectives del DAS interceptaban y grababan conversaciones de opositores políticos, magistrados, periodistas y hasta funcionarios del Palacio de Nariño.
Semana.com habló con Juan Manuel Galán sobre lo que está pasando en el DAS, la responsabilidad política del gobierno en el caso y los efectos que puede tener la ley para evitar más episodios similares.
Semana.com: La ley se discutió antes de este último escándalo, pero mucho después de otros como el de la infiltración paramilitar con el famoso caso de Jorge Noguera, ex director del DAS en 2005 ¿Qué los motivó a presentar este proyecto de ley?
Juan Manuel Galán: El gobierno al principio presentó un proyecto que para mí era muy tímido, que era simplemente proteger la identidad de los agentes que hacen inteligencia y sus familias.
Nos pareció que era una lástima que no se aprovechara la coyuntura a raíz de los falsos positivos, de las ‘chuzadas’, de las infiltraciones, de todo lo que ha pasado, para hacer una ley marco que regule todas las actividades de inteligencia y contrainteligencia. Entonces empezamos a trabajar en el Partido Liberal en un proyecto que fuera global.
Uno de los componentes más importantes de la propuesta nuestra era que se creara una comisión parlamentaria que hiciera control político sobre las actividades de inteligencia y contrainteligencia.
Semana.com: ¿Eso quiere decir que actualmente nadie en el Legislativo vigila las actividades de inteligencia que realizan las agencias del Estado, como sí sucede rigurosamente en otros países?
J.M.G.: Nadie es competente para meter las narices ahí; ni para citar funcionarios, ni para evaluar un plan, ni para mirar cómo están invirtiendo los recursos. Entonces logramos que se creara esta comisión legal, no es una comisión constitucional permanente como la Primera, la Segunda o la Tercera, pero sí es una comisión legal, como la de ordenamiento territorial o la de derechos humanos.
La comisión tiene facultad para citar a debates de control político, para decidir cuándo sus sesiones deben ser reservadas o públicas, dependiendo del grado de sensibilidad de la información que se trate.
Una cosa muy importante que logramos que aceptara el gobierno es que la comisión, después de que la Contraloría General de la República entrega la auditoría reservada sobre gastos reservados, va a analizar ese informe y le va a dar su visto bueno.
Semana.com: Aparte de la falta de control político sobre tareas de inteligencia, ¿qué otros vacíos hay en el control sobre las agencias de inteligencia en Colombia?
J.M.G.: Hay una descoordinación total en la inteligencia pese a que ha habido avances, gracias a los comandos conjuntos para operaciones. Hay una competencia por quién da la rueda de prensa y quién presenta el positivo. Y eso es nefasto, porque la idea es que los organismos de inteligencia compartan la información y sean solidarios a la hora de iniciar acciones para prevenir actos terroristas o delincuenciales, o desarticular bandas criminales.
Lo que ocurrió el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, en pocas palabras, fue porque el FBI tenía la información y no se la pasó a la CIA. A raíz de estos ataques se crearon en ese país unos mecanismos de coordinación más eficaces.
Acá la ley crea la Junta de Inteligencia Conjunta (JIC), donde van a tener asiento todas las entidades que hacen inteligencia: Ejército, Armada, Fuerza Aérea, Policía, pero también va a estar la Unidad de Análisis Financiero (Uiaf) del Ministerio de Hacienda, el DAS, etc… Esa junta siempre la va a presidir un civil, jamás la puede presidir un militar. Y eso es muy importante, porque es la materialización de la supervisión civil sobre lo militar, en las actividades de inteligencia.
Semana.com: En el caso particular de las chuzadas del DAS, ¿Cuáles son los mecanismos de control que prevé la ley?
J.M.G.: Hay mecanismos de prevención y hay mecanismos de sanción. Los mecanismos de prevención son la obligatoriedad para los organismos de inteligencia de constituir un Plan Nacional de Inteligencia, en donde establecen claramente cuáles son sus metas, sus propósitos, y esas metas y esos propósitos son evaluables y tienen indicadores. Entre otras cosas, la comisión parlamentaria tiene que entregar un informe al respecto.
Tiene que haber una instrucción muy clara de las inspecciones generales de las fuerzas para ejercer un control, y las oficinas de control interno tienen la obligación de ejercer ese control.
Las misiones de inteligencia tienen que tener un responsable jerárquico que vele por controlar y responder por esa misión de inteligencia en caso de que falle o haya un abuso.
La ley, por ejemplo, establece que el objetivo y el propósito de las agencias de inteligencia es la defensa de los derechos humanos. En ese sentido, se establece que nadie por razón de su creencia política, raza, religión, etnia, etc, puede ser objeto de seguimientos en materia de inteligencia. O sea, tiene que responder a unos indicios o un perfil criminal la persona, para que se le dé un seguimiento, una orden de inteligencia.
Lo otro, que es muy importante, es que la inteligencia ya no funciona con una lógica de oferta, sino con una lógica de demanda. Eso cambia radicalmente el esquema. Antes la Policía, el DAS o cualquier organismo de inteligencia, elaboraban un informe sobre lo que se les ocurría, e iban y se lo ofrecían al funcionario o al que toma las decisiones políticas y le decían: mire, averiguamos tal cosa sobre esto, ¿le interesa? O a este, o a este, o a este.
Eso causa muchísimos problemas y es la lógica al revés. O sea, lo que debe existir es que el responsable político, el que toma las decisiones políticas, le hace el requerimiento al organismo de inteligencia y le dice: señor organismo de inteligencia, quiero saber sobre esto, esto y esto, y vaya y me lo averigua, y este es su mandato. Así, el que responde por el requerimiento es el que le pidió eso al organismo.
La inteligencia tiene que ser políticamente agnóstica. Es una manera de decir que no puede haber sesgos políticos. El organismo de inteligencia tiene una gran poder, porque el análisis que hace puede sesgar al que toma las decisiones políticas para que actúe en una u otra dirección.
Semana.com: Eso va al corazón del debate de lo que estaba haciendo el DAS. Me refiero a que los responsables políticos dicen que ellos no sabían lo que estaba pasando y que jamás ordenaron las escuchas. Una vez aprobada la ley, ¿no habrá lavadas de manos?
J.M.G.: Exactamente. Por eso ahora, el gobierno se está saliendo por la tangente, y se va a salir por la tangente con los del DAS y las ‘chuzadas’. No le van a poder establecer responsabilidades a nadie, como no lo han podido hacer en el pasado. La historia de las infiltraciones en el DAS viene desde los años 80, no es de ahora. Los narcotraficantes y los paramilitares están en el DAS desde los años 80.
Semana.com: ¿Qué opina usted de las reacciones del gobierno ante la evidencia?
J.M.G.: La responsabilidad se va a diluir, y aquí lo que se necesita es el liderazgo del Presidente de decir qué es lo que ha venido pasando en el DAS, con toda honestidad y franqueza.
Lo de Noguera fueron las alarmas más prendidas del mundo y no hicieron nada. Eso es inaceptable. Ya sabían eso y no lo corrigieron, porque la reforma que hay que hacer no la han hecho. Es hacer una barrida en el DAS, que todos los altos cargos directivos de ahora en adelante cada mes pasen al polígrafo. A ver en qué están.
Semana.com: ¿Y cómo explica que una institución cuyos problemas se han hecho públicos de tiempo atrás no ha podido ser enderezada?
J.M.G.: Al DAS no le han hecho la reforma profunda que necesita. Esa reforma es devolverle su misión original, que es hacer inteligencia estratégica, punto.
Hay que quitarle todas esas funciones en temas de inmigración, de policía judicial, de escoltas. También hay que subirle el perfil a los funcionarios; que sean profesionales todos, que tengan una continuidad y hagan carrera en el DAS, no que los estén rotando y cambiando todo el tiempo.
Es muy importante que sean formados en análisis. La información sin análisis no es inteligencia, no sirve para nada, porque el que la obtiene no sabe qué hacer con eso.
Semana.com: En 2005, a raíz de un escándalo de infiltración de paramilitares, se creó una comisión especial para que formulara recomendaciones para salvar al DAS. De ella hacía parte uno de sus ex directores, Ramiro Bejarano, quien ahora irónicamente aparece ‘chuzado’. ¿Qué pasó con las recomendaciones de esa comisión?
J.M.G.: Nada, eso está durmiendo el sueño de los justos por ahí quién sabe en qué escritorio; en el de José Obdulio Gaviria o quién sabe dónde. No hicieron nada con eso. Igual que hicieron con la famosa misión de la Policía. Con esa institución hicieron una gran misión para reformarla con bombos y platillos, muy cacareada. Los miembros rindieron el informe y ni lo aplicaron ni sirvió para nada.
Semana.com: ¿Por qué si la ley estaba lista para sanción presidencial desde diciembre pasado, solo se envió a Palacio un día después de que Semana destapó el escándalo de las ‘chuzadas’ en el DAS?
J.M.G.: No se qué pasó y eso hay que preguntárselo a Hernán Andrade, presidente del Congreso.
Me parece grave, porque se perdió un tiempo valioso en empezarla a aplicar. Al gobierno le importaba mucho que la ley se aprobara antes del examen periódico de Derechos Humanos en Ginebra, como un resultado a mostrar que se había legislado en la materia.
Además, la ley era fruto de un consenso político total. No hubo un solo voto en contra de la ley; eso es rarísimo en el Congreso, y se logró. Todo fue acoplado a lo que se necesitaba. El Polo quedó convencido. Hubo votación nominal, y ni un solo voto en contra.
Semana.com: ¿Cree que con una ley se puede cambiar algo que por lo que usted describe parece estar arraigado en la cultura de inteligencia que hay en el DAS?
J.M.G.: La ley llega hasta cierto punto, pero lo que buscamos fue un equilibrio. Un juego de equilibrio de no entregarle un cheque en blanco a los organismos de inteligencia, miren, esta es su patente de corso, acá tienen su ley, hagan lo que se les dé la gana.
Pero tampoco irnos al otro extremo de ponerles una camisa de fuerza, y decirles: ustedes tienen que ir a donde un juez a que les de una orden judicial si quieren hacer inteligencia, porque eso era paralizarlos. O sea, eso es impracticable en el grado de congestión en que está la justicia colombiana, poner a un juez a aprobar cada orden.
Pero todo eso depende de la voluntad política del gobierno, de que el gobierno expida los decretos reglamentarios, de que el gobierno en la cultura de la fuerzas introduzca esta ley, haga capacitación en los reglamentos de las fuerzas, los procedimientos, las resoluciones internas, todo eso, adopten y se acojan a la ley. Depende de que a la ley le den vida, porque ésta puede quedar hecha letra muerta como los informes de estas comisiones.
Semana.com: Qué es lo escandaloso de todo este episodio de las ‘chuzadas’, ¿qué el DAS o cualquier agencia de inteligencia escuche y grabe llamadas?
J.M.G.: Sí es escuchar, pero tienen que tener una razón que soporta que hay una amenaza para la seguridad nacional, y que con eso no se están violando los derechos fundamentales de una persona, en razón de su trabajo: ser un periodista, ser un opositor, ser un magistrado, que es lo que está ocurriendo en el DAS.
Fuera de eso, esto no puede estar en manos de los narcotraficantes y de los paramilitares. O sea, si está en manos del Estado es porque hay una razón, digamos, que se da para proteger el estado de derecho, porque hay una amenaza real, identificada, se justifica, claro, se justifica. Pero si esto es para que esa información ande en manos de los paramilitares que van metiendo números, porque les interesa lo que el señor Velásquez, o el señor X o Y magistrado está pensando y cómo está orientando sus investigaciones, eso sí es totalmente grave.
Y eso es una falla protuberante de la contrainteligencia, porque finalmente la contrainteligencia es como el sistema inmunológico de una entidad, de una fuerza. Y eso está fallando en el DAS, pero no de ahora, eso nunca ha existido allí.
Semana.com: Hay cierto temor de algunos sectores porque la ley prevé que los organismos de inteligencia pueden pedir las relaciones de las llamadas a los operadores de celular. ¿No viola eso el derecho a la intimidad?
J.M.G.: Eso tiene una justificación. Ahí entramos en el conflicto entre amenaza y violación a la intimidad. Es decir, los delincuentes, desafortunadamente, actúan por medio de esos mecanismos de comunicación, que hay que intervenir para poderlos detectar, para poderlos capturar y para poder desarticular sus acciones criminales. ¿Los secuestros cómo se coordinan? Con celular. ¿Las extorsiones cómo se coordinan? Con celulares. Entonces, con unos controles y unas salvaguardias había que dar la posibilidad de que hubiera colaboración entre operadores y fuerza pública para prevenir este tipo de crímenes y delitos
Semana.com: Usted dice que para salvar al DAS hay que darle una misión clara y que esa debe ser la de hacer ‘inteligencia estratégica’ ¿De qué se trata?
J.M.G.: Hay una cosa que es la inteligencia estratégica y otra la inteligencia táctica. La táctica es lo que hacen las fuerzas para su teatro de operaciones. Es decir, el Ejército se va a tomar tal cerro de presencia guerrillera, entonces tiene que saber dónde están ubicados los guerrilleros, en qué zona duermen, a qué hora comen. Todo eso es la inteligencia táctica, eso lo deben manejar las Fuerzas, nadie se debe entrometer en eso.
La inteligencia estratégica es más prospectiva a mediano y largo plazo. Es decir, por ejemplo, alguien pone el símil entre secretos y misterios. La inteligencia táctica se encarga de revelar secretos. La inteligencia estratégica, misterios. Secretos es cuánta plata tiene alguien en el banco. Cómo va a ser usada esa plata es un misterio, y es de inteligencia estratégica.
Otro ejemplo: saber cuántos guerrilleros están actuando en Venezuela, qué campamentos hay, es un secreto, o sea inteligencia táctica. Qué le interesa a Chávez de tener una presencia guerrillera ahí, qué o cómo la va a utilizar, eso es inteligencia estratégica. O, ¿las Farc están interesadas en un proceso de paz? Eso es la inteligencia estratégica.
Semana.com: ¿Por qué en el DAS, habiendo tantas agencias de inteligencia, parece haberse incrustado la corrupción y las prácticas ilegales?
J.M.G.: Se debe a que el DAS tiene demasiadas herramientas a su disposición que, combinadas, son muy poderosas y apetecibles.
Por manejar inmigración, tiene grandes bases de datos. Por manejar escoltas pueden obtener información detallada de un dignatario; saber qué hace, con quién se ve, a qué horas se levanta, qué lugares frecuenta, y pasarle eso a un grupo delincuencial que está interesado en matarlo. Maneja policía judicial, que es toda la cosa de investigaciones contra los narcos y toda la gente poderosa. Igualmente, tiene unos equipos de alta tecnología que ha recibido gracias a la cooperación con Estados Unidos, Inglaterra, y otros países.
Es un lugar perfecto para infiltrar y para que los delincuentes traten de conseguir información y realizar acciones a su favor.
El DAS tal como está hoy es igualito a la KGB soviética, pero en una democracia. La KGB también tenía policía judicial, inmigración, escoltas, inteligencia… pero estaba en un sistema totalitario. Este es un sistema democrático, no podemos tener una Policía política secreta.
Y lo que le digo, que es básico, es quitarle al DAS todas las cosas que no tienen nada que ver con su labor.
Semana.com: ¿Es partidario de acabar con el DAS como algunos han sugerido, incluido el Ministro de Defensa?
J.M.G.: Acabarlo es como pasar del Seguro Social a la Nueva EPS. Es cambiarle el nombre, dejando los mismos problemas de corrupción, de demoras, de mala atención, no tiene sentido. Se puede mantener, incluso el nombre, pero con un contenido de una reforma muy a fondo.
Semana / 04 de marzo de 2009