06 de febrero de 2019 –
A continuación, se realiza una transcripción de la noticia publicada por Vanguardia. Todo el texto y las imágenes fueron tomadas de su página web.
Permitir visitas, fiestas, celulares, drogas, licor, son, entre otras, algunas de las cosas que obtienen reclusos en las diferentes cárceles del país y a cambio deben pagar ciertas sumas de dinero.
La corrupción alcanzó los más altos niveles y el año pasado dos directores de cárceles fueron capturados por hechos de corrupción al interior de los centros carcelarios que estaban a su cargo.
Se trata de César Ceballos, director de la cárcel La Modelo y de Luis Francisco Perdomo, director de la cárcel La Picota en Bogotá.
Sobre este tema Vanguardia Liberal consultó con expertos y manifestaron que existen varios elementos que es necesario analizar en el sistema carcelario del país y además el hacinamiento es un factor que influye para que se dé la categorización de reclusos.
Visibilización de corrupción
Hernando Herrera Mercado, Director de la Corporación Excelencia en la Justicia, precisó a este respecto que “la problemática carcelaria atiende distintos fenómenos y el más preocupante de ellos es, sin lugar a dudas, el de hacinamiento, pero similar a eso surge una visibilización mayúscula del tema de corrupción”.
De acuerdo con Herrera Mercado, “siempre se ha dicho que en la cárceles existen fenómenos de ilícitos pero lo que ahora llama profundamente la atención es que esos ilícitos son promovidos por las cabezas de los entes carcelarios, lo cual resulta más preocupante”.
En este mismo sentido, Luis Fernando Ramírez Hernández, Vicerrector Administrativo de la Universidad de La Salle, indicó que “lo que hemos visto en el país es que la política carcelaria está rezagada frente a la realidad social, es decir, en los códigos, las normas y la forma como los jueces dictan sus sentencias hay un descontento ciudadano que no reconoce la problemática que está viviendo el ámbito urbano, donde están surgiendo distintos actores que han impactado la esfera carcelaria que son el narcotráfico, la delincuencia organizada y la común”.
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De acuerdo con el Vicerrector de La Salle, “existe otro factor que influye, como es el hacinamiento y ahí es donde aparece el tráfico de influencias y en donde se maneja el cobro de servicios que vemos en las cárceles por parte primero del director, miembros del Inpec y también se ven actividades no propias del manejo carcelario a través del dinero; es por eso que vemos hoy presos de primera y de segunda categoría. Los primeros, los que tienen dinero, vienen del narcotráfico o crimen organizado y desde afuera los financian y les permiten tener ciertos lujos y comodidad y el resto que están sometidos a los vejámenes” .
Alternativas
El Director de la Corporación Excelencia en la Justicia, considera que “en el sistema como tal las cárceles cumplen una función importante, no solamente en la sanción del delito y por supuesto en la purga de las condenas, sino también en la rehabilitación o resocialización de los reclusos y por eso es muy importante que exista sanidad y depuración del sistema penitenciario del país”.
De igual forma precisó que “otro aspecto que es importante tener en cuenta es cómo se está seleccionando la guardia penitenciaria y el otro ya llega a la cúspide carcelaria, tiene que ver específicamente con la designación de las personas que dirigen los centros de reclusión y ahí pensamos que el mejor sistema tiene que ser el de méritos, que entren personas no solamente que pertenezcan a un determinado ente estatal o que tengan una carrera, sino que tengan una disciplina reconocida en materia gerencial y sean personas honorables”.
De igual manera, Ramírez Hernández considera que “el modelo que tenemos de cárceles no es el más eficiente pues tenemos sindicatos armados, entonces eso genera prevención en la forma como se realizan las negociaciones o se puede llamar la atención”.
Además, “en el mundo está demostrado que las cárceles crecen si se entregan en concesión y nosotros no hemos dado ese paso aún, por ejemplo en los Estados Unidos las cárceles no son del gobierno sino de particulares que le cobran al Estado por cada preso y ellos se encargan de hacer la infraestructura, modernización tecnológica y todo lo que tiene que ver con alimentación y demás; es más económico y más eficiente que en el país donde se tienen funcionarios sindicalizados y toda la burocracia estatal. Y otro factor es que el hacinamiento es crítico y los recursos públicos no dan para construir nuevas instalaciones”.
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