Por: Mauricio Vargas
Las mentes pequeñas están de moda. En su simplismo oligofrénico, todo lo reducen a blanco y negro. Un magistrado de la Corte Suprema considera que si un columnista critica una decisión del alto tribunal es que le está haciendo un favor al Presidente. No importa si ese mismo columnista, llámese María Isabel Rueda o Mauricio Vargas, se opone a la segunda reelección y cuestiona decenas de decisiones del Primer Mandatario. Si ataca a la Corte, piensa esta mente limitada y lo repite en distintos escenarios, le está haciendo un servicio a Álvaro Uribe.
Por cierto, entre algunos colegas con el alma encendida por la polarización, la vista corta también se impone: si critica a la Corte, es uribista. Qué importa si también critica a Uribe. Y del otro lado, lo mismo: si critica a Uribe, es un izquierdoso infecto, agente de Hugo Chávez y de las Farc. Como ha dicho Gabriel García Márquez tantas veces: en Colombia no hay opinión pública sino hinchas.
En el Gobierno, las mentes pequeñas están mandando más de la cuenta. Han convencido a Uribe de que si no consigue designar un Fiscal General enteramente suyo, de bolsillo, no sirve. Eso piensa el ministro del Interior, Fabio Valencia. Algo de razón les cabe a los magistrados de la Corte cuando piensan que Valencia, cuya familia tiene tantos líos judiciales, debería apartarse de este asunto, porque la sospecha obvia es que, más que buscarle un Fiscal General a Uribe, se lo está buscando a sus familiares.
Pero es que la Corte también se ha equivocado. Inició, con los mejores augurios, las investigaciones contra los parapolíticos, un cáncer que el país necesitaba erradicar. Pero muy pronto esa ofensiva judicial tan urgente se convirtió en una cruzada política contra Uribe -que les casó pelea, craso error- y algunos magistrados convirtieron los dichos de Mancuso y sus secuaces en verdad absoluta, sin las debidas comprobaciones, sin el rigor investigativo, sin el equilibrio y la ponderación que deben caracterizar a un juez. Eso llevó a que, en las redes de la investigación por la parapolítica, cayeran varios inocentes y que, de paso, algunos de los más cercanos amigos de Mancuso y de sus socios, tan amigos que ellos no los mencionan, quedasen libres de culpa. Todo porque las investigaciones se limitaron a los testimonios de los hampones. Nada más.
A todo esto se suma el hecho de que algunos magistrados de la Corte olvidaron la altura que les impone su dignidad. A más de dejarse homenajear y hacer regalos de oscuros personajes, de un tiempo para acá algunos magistrados se pronuncian más en los medios, en actos públicos, en visitas y reuniones medio privadas, medio públicas, que en el escenario esencial donde deberían hacerlo: en sus fallos.
Reitero lo que he dicho en decenas de columnas: esta pelea entre la Corte Suprema y el Presidente es una comedia de equivocaciones en la que, de lado y lado, ha primado la insensatez. Y esa comedia se convierte en tragedia, porque se lleva al país por delante. El viernes pasado, un noticiero de televisión reveló que las autoridades del Reino Unido y de Estados Unidos, las que mayor cooperación judicial le prestan a Colombia, suspendieron dicha colaboración mientras continúe la interinidad en la Fiscalía. Ese es solo un ejemplo del daño.
Está claro: la Corte no va a elegir Fiscal con base en la terna presentada por Uribe. Y mientras no lo haga, la Fiscalía va a seguir interina, con todo lo malo que ello tiene. Por eso, el Presidente debería reconsiderar los tres nombres propuestos que ya han sido rechazados por los magistrados. Algunos dirán que eso le queda mal a la Corte. Pero aún así, es al Presidente a quien le corresponde destrabar el enredo. Si lo hace, sería una verdadera noticia, pues indicaría que no toda la sensatez está perdida en tan altas esferas.
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Mauricio Vargas
El Tiempo / 02 de noviembre de 2009