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Por: Cecilia Orozco Tascón

IMPOSIBLE NO ENTRELAZAR LAS NOticias que, mágicamente, aparecen sobre temas en apariencia inconexos.

Imposible no hacerlo si uno quiere comprender la maraña de hilos que maneja con maestría el poder político para: 1. Manipular los acontecimientos que pudiesen hacerle daño a su imagen o a la de sus aliados. 2. Desprestigiar al Poder Judicial autónomo o lo que queda de él, entiéndase Corte Suprema. Por un lado, la Sala Disciplinaria del Consejo de la Judicatura anuncia -a través de ese gran jurista que es Ovidio Claros- que tumba otra sentencia de la Corte Suprema contra un parlamentario. (Recordar que la Sala Disciplinaria está compuesta por siete miembros elegidos por los congresistas, de candidatos enviados en su totalidad por el Jefe de Estado. Recordar también que el señor Claros proviene de los oscuros pasillos del Capitolio y de la Contraloría de Bogotá, por cierto, en una época muy comentada).

La beneficiada con el perdón de la mentada sala fue, esta vez, la representante Sandra Arabella Velásquez, a quien se le revocó una condena de seis años. Al Consejo de la Judicatura le pareció excesivo que la Corte la castigara por usar un avión de la FAC en su propia campaña de reelección a la Cámara, para trasladar a sus votantes en lugar de llevarles alimentos a los damnificados de una inundación en Guainía. ¡Una tontería! Antes, Claros y cía. se habían ocupado de hacer "justicia", contradiciendo a la Corte, con el ex representante y prestidigitador Iván Díaz Mateus, jefe político de Yidis pero ignorante de lo que sucedió alrededor de ella. Al ministro Diego Palacio, la Sala Disciplinaria ya le había hecho el favorcito de quitarle el pecado de la yidispolítica. Esa jugada se dañó cuando la Constitucional puso las cosas en su sitio, pero que el intento se hizo, se hizo. Sigamos con las conexiones y los juegos malabares.

La Fiscalía decide reabrir una investigación por presuntos nexos con el paramilitarismo contra el Vicepresidente para que, entre otras razones, él pueda controvertir, dentro del proceso, a Mancuso y otros -diligencia que nunca se ejecutó pese a la obligatoriedad de hacerlo-. El Gobierno no se quedó quieto. Le bastó un fin de semana con los medios para que la decisión fuera descalificada. Se ve que la igualdad constitucional ante la ley tiene excepciones. Como dirían los Araújo: parapolíticos los de la Costa. ¿La culpable del desaguisado de la Fiscalía? Magia: la Sala Penal de la Corte. Otro acto mágico: el ministro Valencia Cossio advierte el mismo fin de semana que si el tribunal constitucional aprueba el referendo reeleccionista, esa aprobación será "una norma de orden público, intemporal y superior" (?). Mi retardo mental me impide encontrar la relación de causalidad entre los términos "referendo", "orden público", "intemporalidad" y "norma superior". Pero así es, de acuerdo con el ministro mago.

Finalmente se sabe que Valencia es quien pone y quita a por lo menos uno de los candidatos de la terna para Fiscal. ¿Él incluyó al abogado Palacio y fue quien le pidió la renuncia? ¿Él puso en su reemplazo a Marco Antonio Velilla? Valencia anuncia la postulación de Velilla. ¿Por qué? ¿No había otro vocero? ¿Acaso a los estrategas presidenciales no se les ocurrió pensar en la inconveniencia de que un Valencia Cossio interponga sus oficios en la elección de Fiscal General mientras la suerte de otro Valencia Cossio depende de ese ente investigador? La Corte es, de veras, caprichosa. Castiguémosla porque no colabora. Y cuando se doblegue, se habrá completado el acto de magia mayor.

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El Tiempo / 27 de octubre de 2009