¿Alguna empresa privada de este país, o del mundo, contrataría a un gerente que se confiesa incapaz de fijar políticas a largo plazo, conformar un buen equipo y hacerse respetar de sus subalternos?
No se asombren: un gerente con esas limitaciones es actualmente quien está actuando en interinidad como Fiscal de Colombia, por decisión de la Corte Suprema de Justicia. Y para que quede claro qué significa que el país tenga un Fiscal interino, que lo explique el actual Fiscal interino, Guillermo Mendoza Diago, como lo hizo hace ocho días en una entrevista en este mismo periódico. En ella confesó su "imposibilidad para diseñar políticas a largo plazo y la dificultad para escoger a un buen equipo de apoyo". Y para que quede aún más claro, añadió: "Lamentablemente, esa transitoriedad genera un poco de disminución de la autoridad... porque habrá funcionarios que pueden entender que no deben responderle a un funcionario así". ¿La Corte habrá leído esas declaraciones?
Para alegrarse de esta situación o justificarla no es suficiente con ser antiuribista. Se necesita, además, algo enfermizo como que ese sentimiento haya carcomido el respeto por la institucionalidad para que alguien prefiera que todos nos vayamos al diablo, con tal de arrinconar al presidente Uribe.
La Corte ha usado la disculpa de una terna no viable para sacarse un clavo y para vengar las grabaciones ilegales de las que ha sido víctima. Pero ha dejado abiertos grandes interrogantes sobre sus motivaciones políticas.
El Presidente podría modificar la terna en un acto de grandeza. Aunque eso fuera lo conveniente, por ahora su orgullo se lo impide. Y no es lo que corresponde. La Constitución no dice que la Corte pueda rechazar unos candidatos porque cumplen solamente los requisitos mínimos legales, sin llegar a ser unos portentos. Al menos alguno de los tres es totalmente elegible, aunque no llene otros adornos, como los de ser penalista o antiuribista.
Me pregunto dónde andan metidos magistrados de altos quilates intelectuales y morales de la prestigiosa Sala Civil de la Corte, como los doctores Arrubla, Nemen, López Villegas, Solarte, llenos de criterio jurídico y don de gentes, para hacer reflexionar a sus colegas sobre esta situación de incertidumbre institucional que se ha creado. No solo con la negativa de considerar la terna del Presidente, sino con la muy discutible encomienda que le han hecho a Mendoza Diago de convertirse en un Fiscal interino: encargar al Vicefiscal solo lo permite la Constitución para fallas temporales o definitivas del Fiscal en propiedad, que no es el caso, porque el período de Iguarán venció hace dos meses. ¿Dónde dice que la Corte puede mantener un Fiscal interino, que lo será indefinidamente si no le llega una terna que le guste?
Pero, mientras aplaude un sector de la opinión y la Corte saborea su envalentonamiento antiinstitucional e inconstitucional, ahora agravado con su decisión de abrirle investigación al Procurador, yo quiero que quede claro lo siguiente:
La actual Fiscalía, en su interinidad, en sus confesas limitaciones para fijar políticas anticriminales de largo plazo, en sus dificultades para rodearse de un buen equipo y garantizar el respeto y obediencia de los actuales fiscales hacia un jefe indefinidamente interino, esta Fiscalía, maniatada para reprimir y sancionar en plena capacidad el delito como consecuencia de una inaudita situación de interinidad, es responsabilidad total de la Corte Suprema de Justicia. De ella y de nadie más.
Por si quedan dudas cuando repasemos la historia, y aunque las responsabilidades individuales de sus magistrados se diluyan en una irresponsabilidad colectiva.
¡SE ME OLVIDA! El prestigio de Larry King como entrevistador existió hasta que entrevistó al presidente venezolano, Hugo Chávez.
María Isabel Rueda
El Tiempo / 26 de septiembre de 2009