Camilo Ospina, ex ministro de Defensa y actual candidato a Fiscal, con María Isabel Rueda.

Doctor Camilo, le agradezco mucho esta entrevista, y quiero preguntarle por qué decidió romper su silencio.

Ofrezco disculpas a los demás medios de prensa por no hablarles a todos, pero por ahora tengo derecho a escoger mi escenario, por lo menos temporalmente. He decidido romper mi silencio porque tampoco puedo permitir que se digan cosas sobre mí que no son ciertas, que son infamias y calumnias.

Me da la impresión de que está loco de ganas de ser el próximo Fiscal de Colombia. De lo contrario, nadie se aguanta el maltrato del que ha sido víctima por parte de la Corte Suprema de Justicia...

Yo creo que puedo hacer un buen trabajo como Fiscal General de la Nación. He tenido una vida de completa dedicación a Colombia. Me siento un patriota. Tengo por mi país un amor profundo. Entiendo que el proceso de selección en la Corte es difícil, complicado, pero es natural. Así es.

La Corte lo ha tratado casi con desprecio. Otra persona habría dicho: señores, quédense ustedes con su terna, y yo me voy a hacer otra cosa...

Me interesa ser el próximo Fiscal. Y siento que puedo hacer un gran trabajo.

Ni la Corte escoge al Fiscal ni el Presidente cambia la terna. Hay quienes plantean que, ante la situación, el primero de la terna que renuncie es un patriota...

Todos nos podemos cansar en un proceso tan arduo y tan duro. A mí en particular me ha tocado soportar la calumnia de forma abierta. Pero pienso igualmente que es un proceso complejo, que las ramas del poder público tienen que entrar a decantar las posibilidades constitucionales y legales, y en ese orden de ideas hay que ser pacientes y entender que la Corte tiene procesos complejos de selección.

Lo noto muy comprensivo con la Corte. ¿Usted mantiene la esperanza de que esta reflexione y se incline por su nombre?

Sí. Me queda esa esperanza.

La Corte ya dijo que esa terna no es viable. ¿Cómo entiende esa descalificación?

Sé por mí mismo que tengo las calidades académicas, y a diferencia de los penalistas, soy un experto en investigación. Soy un investigador profesional.

¿Y eso?

Me formé en la investigación. Primero en la administración de impuestos como investigador, y más adelante en la Superintendencia de Control de Cambios, como investigador. Así que conozco las técnicas y sé lo que hay que hacer. Y creo que el perfil que requiere el cargo de Fiscal es más el de un investigador que el de un penalista. Además, he sido secretario general del Ministerio de Hacienda, el ministerio más rico del país, y fui ministro de Defensa. Por lo tanto he manejado la mayor organización del país: 400 mil personas.

¿Le duele cuando abre el periódico o prende un noticiero de televisión y se entera de que la Corte no lo considera viable?

Desde luego que me duele, pero lo entiendo en contexto.

¿En cuál contexto puede uno entender que le digan que no es viable?

En el de un proceso de selección complejo. La Corte tiene ritmos, tiene visiones y tiene etapas.

Pero le han dicho 17 veces que usted no es viable.

Eso lo que produce es estrés.

No se ha sentido humillado...

No, porque tengo absoluta claridad de mi capacidad profesional. Me he desempeñado bien en las posiciones que me han encargado y a los colombianos los he defendido con furor. Ellos me quieren porque me lo dicen en las calles. No me da vergüenza pensar que en alguna medida estén tratando de subestimar mi trabajo porque lo tengo claro, y sé lo que soy y sé lo que puedo hacer.

¿Qué opina de lo que se dice de sus dos contendores? Que la doctora Uribe se rajó en el examen ante la Corte y que el doctor Palacios tenía unos fantasmas profesionales en el clóset.

Yo no opino sobre mis contendores. Pero no creo que la doctora Virginia tenga ningún tipo de descalificación.

¿El doctor Palacios sí?

No quisiera opinar sobre eso.

Hablemos de sus circunstancias. ¿De dónde ha salido la versión de que a usted lo educó el esmeraldero Víctor Carranza, y que es su amigo y su abogado?

Esa es una calumnia infame. Es una mentira. A mí me educó mi papá, mi familia, hasta el tercer año, cuando me becó la Universidad del Rosario. Era monitor, y eso daba ese derecho.

¿O sea que usted y el señor Carranza no se conocen?

Sí nos conocemos. Me vi con él en un consejo comunitario en el 2003 con presencia del Presidente. Y otra vez en una reunión pública para discutir los esquemas de seguridad.

¿De seguridad de quién?

Esquemas generales de seguridad, de los que maneja la Superintendencia. Yo era Ministro de Defensa.

¿Nunca ha conversado con él en privado?

Jamás.

¿De dónde vino entonces esa calumnia?

Lo que yo entiendo es que en esa reunión con la gente de las esmeraldas yo avisé que en la región estaban sembrando coca. Y que si yo encontraba que alguien de ellos estaba involucrado le ofrecería dos resoluciones: una que concedía la extradición y otra que la confirmaba. Y eso un señor Yesid Nieto se lo tomó a pecho, se inventó el chisme y lo echó a rodar.

¿Quién es Yesid Nieto?

Un esmeraldero mafioso a quien después mataron en Guatemala.

¿Y antes de que lo mataran dejó dicho que a usted lo había educado Carranza? Pero qué cuento tan raro...

Por eso la prensa en su momento ni siquiera le dio credibilidad. Después, cuando entramos en este proceso, lo recoge un periodista de Cambio y la revista lo difunde. Pero es una calumnia absurda.

¿Cómo se explica que un medio tan serio como 'Cambio' haya retomado la versión?

No lo entiendo. Yo le advertí al periodista que era una mentira, una calumnia, y de todas maneras lo publicó.

Pero después le pasa a usted una cosa infortunadísima. Para no haber sido ni educado por Carranza ni protegido de Carranza ni amigo de Carranza ni abogado de Carranza, este gasta un aviso de 70 millones de pesos en EL TIEMPO para defenderlo.

Esa es de las cosas más difíciles para mí. Ni tengo nada que ver con él ni le pedí el favor ni nada por el estilo.

Y cuando se encontró con el aviso ¿qué sintió? ¿Hizo plop?

Pues el abrazo del oso. Plop.

La segunda cosa que dicen sobre usted es que, por cuenta de una directiva de recompensas sobre información que usted dejó firmada cuando fue Ministro de Defensa, se generó el ambiente propicio para esa atrocidad que fueron los 'falsos positivos'.

Eso es absolutamente falso. La directiva reglamentó el tema de las recompensas, porque teníamos cinco requerimientos de la Contraloría sobre la transparencia de los pagos reservados. Por lo tanto tocaba eliminar un poco la discrecionalidad de los comandantes regionales sobre el pago de recompensas y regularlo al detalle. De hecho, dentro de los 'falsos positivos', son pocos los casos en los que se pagaron recompensas. Los hay, pero son pocos. Así que no puede pensarse que ese haya sido el origen.

Pero si no fue por la ambición por las recompensas, ¿a qué atribuye esa conducta atroz de los 'falsos positivos'?

Yo no podría juzgar, pero pienso que eso está más relacionado con la corrupción, vinculaciones con el narcotráfico. Pero con las recompensas no, porque ni siquiera hay procesos que vinculen un tema con el otro.

Quiero advertirle también sobre este punto que yo no tengo ningún proceso judicial ni siquiera en diligencias previas. Ni en la Contraloría ni en la Procuraduría ni en la Fiscalía ni en ningún lado. No tengo procesos de ningún orden. Que yo sepa, claro.

Buena esa aclaración... No va a darnos sorpresitas, como el doctor Palacios...

¡No, ni Dios quiera! Eso no va a ocurrir. No se preocupe. Eso es absolutamente imposible.

El tercer argumento que he escuchado que esgrimen contra usted es el siguiente: que cuando usted era embajador en Washington, en una reunión en la que hubo testigos, alguno de ellos incluso militar, dizque usted defendió las limpiezas sociales.

Jamás hice fiestas como embajador en la OEA. Tampoco tomo licor. Por lo tanto eso es imposible. Y además, qué raro: Yo fui el que hizo el convenio entre el Ministerio de Defensa y la Fiscalía para que todo el tema de derechos humanos fuera verificado por esta última. Por eso me han atacado mucho, y tengo enemigos grandes y gratuitos. Pero la razón es sencilla: en las cortes internacionales, la justicia penal militar no es aceptada como justicia válida. Entonces, si uno permitía que la justicia penal militar continuara investigando temas de derechos humanos, estaba condenando a los oficiales a que los juzgaran en cortes internacionales. Eso es difícil que lo entiendan a veces las Fuerzas Militares.

¿Cree entonces que hay sectores de las Fuerzas Militares que están bravos con usted?

No creo que sean sectores militares, sino personas que creen hablar a nombre de ellas.

¿Como el ex ministro Fernando Londoño, que está furioso con usted?

Puede ser.

Pero irónicamente, lo que se cree es que el presidente Uribe lo quiere a usted de Fiscal porque ha hecho muy buena labor defendiendo a los militares ante los tribunales internacionales de derechos humanos.

Esa es una labor que he hecho por el país. Mi relación con los militares es excelente. Tengo un enorme respeto por ellos; son los héroes de la patria. Son los que ponen el pellejo por nosotros, que estamos aquí sentados.

También dicen que cuando usted fue embajador, atendió a muchos magistrados en su embajada para hacer campaña para Fiscal...

Atendí a todos los funcionarios que pasaron por Washington, porque ese era mi deber. La actividad en Washington desde el punto de vista de Estado es intensa.

Hay una última observación sobre usted y es que lo consideran muy cercano al presidente Uribe. Prácticamente su subalterno, porque ha sido su secretario en Palacio, su ministro y su embajador. ¿Sería su Fiscal?

La terna la prepara el Presidente de la República y obviamente coloca en ella a personas cercanas a él y de su confianza. Pero si la Corte me honra con la designación de Fiscal, le serviré al pueblo colombiano. Mis jefes serán doña Teresa en la tienda, don Pedro en el taxi, don Juan en la carpintería, el empresario, toda la ciudadanía colombiana. Mi patrón no es la Corte ni es el Presidente: es el pueblo. A él me debo.

¿Y que hará con la gratitud que le tiene al Presidente?

La ejerceré en el marco de la Constitución y la ley. Soy un hombre ecuánime.

¿Qué pasa si la Corte resuelve mantener la interinidad en la Fiscalía indefinidamente?

No quisiera especular sobre eso. Estoy en medio de un proceso y lo asumo así.

¿No piensa en la posibilidad de retirarse?

No me voy a retirar.

Después de haber librado esta durísima batalla, ¿se sentiría desilusionado de que el Presidente resuelva ceder y cambiar la terna?

Cualquier cosa es válida en este proceso, pero creo que eso no va a pasar.

Una última pregunta. Mientras se resuelve si la Corte lo nombra o no Fiscal, ¿de qué está viviendo?

No puedo ejercer la profesión para no generar posibles conflictos de interés. Estoy dictando clases en la Universidad y gastando los ahorros, que ya están muy menguados. Tres meses sin trabajar es mucho tiempo.

MARÍA ISABEL RUEDA

ESPECIAL PARA EL TIEMPO

El Tiempo / 28 de septiembre de 2009