Por: Patricia Lara Salive

EMANUEL KANT, EL GRAN FILÓSOFO alemán, definía la ética con este postulado: obra de tal manera que tu norma se pueda convertir en ley universal.

Recordé el imperativo categórico kantiano a propósito del impasse generado a raíz de la enclenque terna de candidatos a Fiscal General enviada por el presidente Uribe a la Corte Suprema de Justicia, con el fin de que ella elija, entre uno de sus tres componentes, al sucesor de Mario Iguarán.

El Gobierno ha dicho que no modificará la terna porque los candidatos cumplen los requisitos legales, no obstante que uno ha sido moralmente cuestionado, otra no tiene los conocimientos que la Corte considera necesarios para el adecuado ejercicio del cargo, y el último, quien sí tendría las condiciones, ha sido ministro de Defensa, Embajador, en fin, subordinado del Presidente, como también lo ha sido la candidata que al parecer carece de la sapiencia apropiada.

Y la Corte, por su parte, luego de sostener ocho sesiones para elegir Fiscal General, reiteró, en una votación de 14 contra 8, que la terna no es viable, por lo cual sigue negándose a escoger de ella al nuevo Fiscal.

¿Qué pasaría si, para juzgar estos hechos, aplicáramos la fórmula de Kant? ¿Podría volverse ley universal que los gobiernos tuvieran la facultad de enviar candidatos de bolsillo para ocupar el principal cargo del Poder Judicial de un país?, o, ¿forzar a la Corte a elegir a uno solo de los tres porque los demás están cuestionados o no tienen el conocimiento jurídico necesario?, o, ¿someter a una nación a la interinidad judicial? ¿Y podría volverse ley universal que la Corte se negara a cumplir su obligación legal de elegir Fiscal?

La respuesta a todas esas preguntas es, por supuesto, negativa. En cambio sí podría volverse ley universal que quien cometió el error que inició el impasse rectificara y, sin rubor, reconociera su equivocación.

No pasaría nada si el Presidente abandonara esa intransigencia suya que mantiene al país de pelea en pelea, barajara de nuevo, y dijera que para solucionar el contratiempo envía a la Corte a tres nuevos candidatos, esos sí juristas incuestionables.

Con esa decisión, Colombia volvería a la normalidad jurídica y se beneficiaría el propio Presidente, porque así su actuación no podría ser cuestionada desde el punto de vista de la ética de Kant.

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Sylvia Galvis. Su inesperada muerte es un duro golpe no sólo para su marido, el periodista Alberto Donadío; para sus hijos y hermanos y para Vanguardia Liberal, ese diario bumangués fundado por su padre, guiado por ella en otra época, ahora dirigido por su hijo, y convertido por su familia en cabeza de un importante grupo de prensa regional, sino también para todo el periodismo nacional. Sylvia Galvis fue una columnista vertical, incisiva y una buena escritora. Recuerdo con especial afecto su libro Los García Márquez, en el que retrató ese universo que originó el Macondo de Gabo a partir de los relatos que le hicieron nueve García Márquez. Paz en la tumba de Sylvia, mis condolencias para sus hijos y hermanos, y mi abrazo adolorido para mi amigo Alberto Donadío.

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¡Y el domingo, a votar, liberales y miembros del Polo Democrático! Mientras más votos haya, más representativos serán los candidatos presidenciales escogidos en las consultas internas de esos partidos y mayor legitimidad tendrá nuestra democracia.

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http://www.elespectador.com/columna163327-eleccion-de-fiscal-pensaria-kant

El Espectador / 25 de septiembre de 2009