Está en turno en la Corte Suprema de Justicia la elección del Fiscal General de la Nación, para el período institucional. Se tomará en cuenta la terna enviada por el presidente Álvaro Uribe, aunque sobre la misma se ha agudizado la controversia alrededor de la calidad de los nominados, Camilo Ospina, Virginia Uribe y Juan Ángel Palacio.
La más alta corporación de la Justicia en Colombia tuvo que aplazar ayer la elección. En los próximos días volverá a ese ejercicio y lo decidirá según el leal saber y entender de los magistrados.
No es una tarea fácil dada la importancia del cargo. Ser Fiscal General de la Nación exige condiciones de idoneidad de la mayor solvencia. Y no se requiere ser docto solamente en derecho penal, como piden algunos, sino reunir un perfil ético sin tachas y un carácter que garantice la rectitud y la trasparencia indispensables en quienes tienen la responsabilidad de administrar justicia.
En Colombia son muchos los casos sobre los cuales tiene que intervenir la Fiscalía, Su manejo exige rigor en el cumplimiento del debido proceso y la aplicación de los términos que lleven a decisiones oportunas y acertadas para que no se incurra en atropellos y se erradiquen factores que puedan estimular la impunidad.
La eficiencia en las investigaciones y la correcta aplicación del derecho en los procesos por delitos criminales, requieren de una Fiscalía con suficiente fortaleza y esta depende de la capacidad y temple del titular de este organismo, tan fundamental en el engranaje de la justicia en Colombia.
La elección del Fiscal tiene que ser, por lo tanto, un acto que tome en cuenta la importancia de contar con un titular de reconocidas calidades y libre de toda sospecha.
La Opinión / 24 de julio de 2009