Por: PABLO CHACÓN MEDINA

Que gran diferencia entre la actitud del presidente Uribe y los anteriores mandatarios, respecto a la manera de escoger las ternas de candidatos a Fiscal General de la Nación. Mientras los demás seleccionaron a personas absolutamente independientes, es decir sin ningún compromiso anterior con el ejecutivo, Uribe, sin el menor asomo de recato y con un descaro, que hoy supera el límite de su desfachatez, ha señalado para que aspiren al cargo, a tres amigotes suyos, que de alguna manera han estado vinculados a él, en el pasado, y que por mera decencia y consideración con este país, que ya no resiste mas manipulaciones y comodines, debieron haber sido desechados de plano.

Olvida el Primer Mandatario, que la garantía que se espera, en esa escogencia, es la de absoluta imparcialidad del funcionario que habrá de manejar las riendas de la Fiscalía. ¿Eso podrá lograrse con una terna de quienes fueron subalternos o contratistas suyos, en el ejercicio del poder nacional, departamental o municipal? Rosa Virginia Uribe, fue su consejera y asesora de confianza en la Gobernación de Antioquia. Últimamente, ha venido teniendo contratos en el Ministerio del Transporte, otorgados por el amigo íntimo del Presidente, Uriel Gallego. Juan Angel Palacio Hincapié, consultor insustituible del Palacio de Nariño y de un uribismo recalcitrante, que desbordó las salas del Consejo de Estado, cuando fue uno de sus miembros. Y, por último, el que cuenta con la bendición de Alvaro Uribe: Camilo Alfonso Ospina. El grave problema que se presentaría con este personaje, es que habiendo sido, como Ministro de la Defensa, quien firmó el macabro Decreto 029 del 2005, que creó el pago de recompensas a militares, por el número de guerrilleros muertos en combate, lo que a la larga degeneró en los falsos positivos, que tantas implicaciones le ha traído a las Fuerzas Militares y, aún, al Gobierno, tendría que declararse impedido para conocer de tales procesos, por haber sido, tal vez sin proponérselo, el instigador involuntario, de infinidad de crímenes contra inocentes trabajadores y humildes campesinos. ¿ Podría, como Fiscal General, atreverse a ser juez y parte, en el conocimiento de tan escabrosas conductas punitivas?.

Ante tal falta de sindéresis, por parte del señor Uribe, en la escogencia de la terna, la Corte Suprema debiera rechazarla, por absolutamente inconveniente para el ejercicio del mandato, dada la falta de imparcialidad, en quienes se observa una incondicionalidad a toda prueba con el jefe del ejecutivo. La amistad de Ospina con el reconocido esmeraldero Victor Carranza, y su posible influencia en la toma de decisiones del Ministerio de Defensa, como en su momento lo señalaron los medios de comunicación, es asunto que el ex ministro Ospina deberá aclararle al país, con ocasión de los debates que se avecinan.

Definitivamente, las recomendaciones oportunas hechas al Presidente, por el relator especial de la ONU, en el sentido de que "habida cuenta la función central y clave de la Fiscalía, es esencial que el próximo Fiscal General sea una persona independiente, fuerte y de prestigio", pareció haberlas echado a la basura, negocio que ahora manejan sus hijos, en detrimento de los desposeídos y menesterosos de este país, ofrecido todos los días, al Sagrado Corazón de Jesús, por el primero de sus devotos, Alvaro Uribe Velez.

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La Opinión / 16 de julio de 2009