Por: Vanessa de la Torre / Washington
Aseguró que regresa al país sin perspectivas concretas y vaticinó que lío con Ecuador será largo.
Camilo Ospina estuvo tres años como embajador de Colombia ante la OEA.
Camilo Ospina se va satisfecho de la OEA, sobre todo porque siente que logró consolidar en la región el carácter "narcoterrorista" de las Farc. "Hace ocho años nadie quería hablar de las Farc en términos distintos a los de ser un grupo armado. Hoy tenemos un reconocimiento de su terrorismo, de que son un cartel que tiene incidencia sobre otros carteles externos, un cartel que sirve de distribución para Centroamérica, EE.UU y España y que realiza actos terroristas para protección de su negocio", afirmó en su último encuentro con los corresponsales en Washington.
Y aunque, sin duda, su máximo logro fue haber frenado una condena para Colombia por la violación a la soberanía de Ecuador durante el bombardeo en el que murió Raúl Reyes, se va con el descontento de ver que, a pesar de los esfuerzos, las relaciones entre ambos países siguen tambaleando. Sin embargo, Ospina prefirió ayer bajarle el tono a la importancia de la demanda que Ecuador acaba de poner contra Colombia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
"Fíjese que le dieron un perfil bajo, no habló el Canciller ni nadie del alto gobierno ecuatoriano, sólo el Procurador", afirmó y vaticinó que será un proceso largo y complicado en el que Colombia tiene todas las herramientas para salir bien librada. Además, explicó que, según la versión que tiene, no era la intención del Gobierno vecino demandar a Colombia: "Lo que ellos nos dicen es que la familia (de Franklin Aizalla, el ciudadano ecuatoriano muerto durante el bombardeo) iba a demandar a Ecuador y ellos prefirieron negociar y demandar a Colombia", explicó.
Ospina regresa al país luego de tres años en la OEA, y aunque ha optado por no hablar del tema, es vox populi que aspira entrar en la terna de la que saldrá el próximo Fiscal General de la Nación. "En este momento termino el ciclo del trabajo en la OEA y voy a Bogotá a ver qué vamos a hacer, no tengo ninguna perspectiva concreta", respondió ante la insistencia de la prensa.
Con su partida se acaba el ciclo de la MAPP OEA en Colombia, que desde enero de 2004 ha monitoreado el proceso de desmovilización de los paramilitares. "Es posible que pidamos otro tipo de acompañamiento, pero el proceso Mapp OEA está terminando. No creo que pase de este año", dijo, y expuso la posibilidad de que sea reemplazado por otra misión que se concentre en el proceso de reintegración social de los desmovilizados.
En adelante, de regreso al país, tendrá que enfrentar las no pocas críticas de sus opositores, según los cuales, la directiva que impulsó cuando era Ministro de Defensa -con la que regularizó el pago de recompensas a civiles que suministren información útil en la lucha contra la delincuencia- es la motivación que ha llevado a las ejecuciones extrajudiciales que tanto opacan el brillo de la Fuerza Pública colombiana. "Jamás se propuso un incentivo para la Fuerza Pública, pues su deber es combatir el crimen y por ello recibe un salario", enfatizó, defendiendo férreamente el pago de recompensas como forma de "combatir el crimen en el mundo entero".
El Espectador / 17 de junio de 2009