En un país serio, el magistrado Pinilla y los otros tres postulados por el Presidente deberían declararse impedidos. Y si no lo hacen, ojalá sean recusados.
Jorge Pretelt, uno de los tres magistrados de la Corte Constitucional que fue ternado por el presidente Uribe, no quiso firmar la declaración de apoyo a la Corte Suprema suscrita por las Altas Cortes la semana pasada por el episodio de las interceptaciones ilegales del DAS: pudo más la lealtad a su jefe y mentor -según mis fuentes, Pretelt es un asiduo visitante de la casa de Nariño-, que su responsabilidad por defender la independencia de la justicia. Los otros dos, el magistrado Mauricio González y la magistrada María Victoria Calle, cumplen también con el perfil de Pretelt -quien también formó parte de la terna de Uribe para la elección del fiscal-: o son de la entraña del Presidente -González fue su secretario jurídico- o son cuotas políticas, como es el caso de María Victoria Calle. Estos tres magistrados no sólo le deben su puesto a Uribe, sino que son beneficiarios de la primera reelección, todos ellos fueron postulados luego de que el dueño del Ubérrimo fue reelecto y se rompió el sistema de pesos y contrapesos concebido por la Constitución del 91, el cual establecía para el Presidente períodos de cuatro años, y para los magistrados de las Cortes, de ocho. Una Corte Constitucional marcada por estos episodios difícilmente puede ser una corte independiente.
Lo grave es que la autonomía de esta Corte no sólo está comprometida por cuenta de la exagerada incidencia que tiene en ella el presidente Uribe, como bien lo anotó el ex presidente Pastrana la semana pasada. También preocupan las declaraciones dadas por los magistrados que no han sido postulados por el Presidente, como sucede con Nilson Pinilla, actual presidente de la Corte Constitucional. En una entrevista concedida hace unos meses a María Isabel Rueda en El Tiempo, el magistrado sorprendió por la nueva lectura que le dio al fallo proferido por la Corte Constitucional sobre la primera reelección de Uribe, a sabiendas de que viene una segunda en camino. Según ese fallo, la reelección queda permitida por una sola vez, sobre el entendido de que más de una podría alterar el sistema de equilibrios que sustenta la Constitución y que evita la concentración del poder en la figura presidencial. "Ese es el entendido y así está en la providencia", respondió a la periodista el magistrado Pinilla. Acto seguido, nos sorprendió con esta perla "...pero ahora la reelección se busca por un mecanismo distinto, que es el del referendo", afirmó. Y como si lo anterior fuera poco, descargó esta frase de antología: "...hay que hacer un estudio muy cuidadoso a ver si más de una reelección pudiera llegar a alterar seriamente el sistema de equilibrios en los poderes públicos".
En un país serio, el magistrado Pinilla y los otros tres postulados por el Presidente deberían declararse impedidos. Y si no lo hacen, ojalá sean recusados. Una tarea que bien podría ser emprendida por ese frente cívico contra la reelección que a instancias de un editorial de El Nuevo Siglo, está surgiendo teniendo como protagonista a la sociedad civil.
Preocupante, eso sí, que un magistrado de la erudición que dicen tiene el doctor Pinilla no se haya dado cuenta del estado lamentable en que se encuentra el sistema de equilibrios por cuenta de la primera reelección.
Pero para ver que no le tenemos ninguna inquina, vamos a ayudarle contándole algunos hechos: Resulta, doctor Nilson, que a raíz de la aprobación del articulito, el presidente Uribe ha elegido un Procurador de bolsillo que ya absolvió a sus ministros vinculados con el escándalo de la Yidis-politica; a un Contralor de bolsillo, que es tan invisible como su Defensor del Pueblo y a un Fiscal de bolsillo como Mario Iguarán que se va de su puesto dejando una estela de declaraciones altisonantes al lado de una cantidad de investigaciones sin finiquitar. Por no hablar de cómo los nuevos miembros de la Junta del Banco nombrados por este gobierno, la han convertido en una Junta cada vez más sumisa a los designios del régimen. Que usted, magistrado Pinilla, diga que nada de lo anterior es evidente no hace sino darle la razón al ex presidente Pastrana cuando afirma que estamos ante una Corte de bolsillo.
Una Corte sumisa y ciega, como la que tenemos, tan hecha a la medida de las necesidades del Presidente, es el mejor escenario para avalar la entronización de un régimen autocrático y revestirlo de un ropaje aparentemente constitucional. Ojalá esta Corte reflexione y entienda que su lealtad está con la defensa de la Constitución, y no permita que un Presidente se quede indefinidamente en el poder.
Semana / 26 de mayo de 2009