Juan Carlos Henao y Luis Ernesto Vargas Silva, en entrevista con Yamid Amat, defienden radicalmente la Constitución del 91 y se oponen a sus permanentes reformas.


'Matrimonio gay va dentro de la tolerancia'

Yamid Amat: Dicen que la nueva Corte no será de avanzada. ¿Es así?

Juan Carlos Henao: No creo que la llegada de 6 nuevos magistrados a la Corte vaya a significar ruptura con todos los precedentes jurisdiccionales que existen. No habrá retroceso.

¿Va a ser una Corte progresista?

Me defino como progresista. Asumiré una protección severa, rígida, de los derechos humanos, de los derechos sociales, mezclado con el respeto al legislador como fuente máxima de democracia.

¿Qué quiere decir que usted es progresista?

Que el derecho tiene que cumplir una función de paz y de equidad.

¿Le gusta la Constitución del 91?

Siento veneración por ella. Me declaro defensor acérrimo de su filosofía.

¿Qué es lo que más admira de la Constitución del 91?

No solo incrementó los derechos fundamentales de los ciudadanos, sino que dio mayor valor a los derechos humanos, y acercó la ciudadanía a la Carta. Eso es lo que necesita. Si todo se hace por las vías jurídicas, del derecho, es ganancia para la paz.

La Constitución ha sido sometida a varias reformas. ¿Qué opina?

No soy partidario de eso. La Constitución está bien estructurada. Ahí es donde va a estar el carácter progresivo de la nueva Corte: seguir consolidando los principios que se han venido desarrollando a partir de esta Constitución.

¿Le gusta la tutela social? ¿Su uso para salud, trabajo, educación?

La tutela es una gran conquista. Pero hay que tener cuidado porque todo avance en términos de Estado Social de Derecho tiene que significar una colaboración de los tres poderes, ninguno se puede desquiciar y en eso creo que, por progresista que sea una corte, tampoco puede caer en la tentación de ser el Hércules constitucional, el salvador de la democracia y creer que es la única que tiene legitimidad. Las legitimidades que dan los Estados democrático están en el legislador, en el Ejecutivo y residualmente están en la corte.

¿No hay exceso de tutelas, una especie de 'tutelitis'?

Sí, pero es mucho mejor la vía del derecho que la vía de las armas. Cuando una sociedad da posibilidad de que se presenten miles de tutelas es porque está tramitando, pacíficamente y con reglas de juego constitucionales, los litigios y problemas de los ciudadanos. En ese sentido, me declaro defensor de los excesos de tutelas.

¿Qué opina de los fallos de tutela contra sentencias judiciales?

Hay que llevar a disminuir el famoso choque de trenes y que empecemos a hablar de choque de pequeños buses y limar asperezas, para que haya una seguridad jurídica en el país. Que la Corte Constitucional no se sienta la gran corte, con capacidad de anular absolutamente todo lo que tiene otra jurisdicción.

¿Pero no es acaso la Constitucional la gran Corte?

Es la guardiana suprema de la Constitución y una de sus misiones es el examen de la tutela contra sentencias, y aunque la gran cláusula de cierre la tiene la Constitucional, se deben buscar cláusulas de cierre por jurisdicción. Se debe buscar un acercamiento personal e institucional. He oído que los presidentes de las altas cortes están usando borradores en donde se hacen restricciones técnico-jurídicas para volver cada vez más reducida la posibilidad de que tutelas contra altas cortes lleguen a la Constitucional.

¿Cómo llegó usted a la Corte?

Me postuló en una terna el Consejo de Estado. Yo no tengo compromisos, yo he sido un académico, un hombre de tesis y estudioso del derecho.

¿Para qué quiso llegar?

Por el gran aporte que ha hecho a la juricidad en este país: cuanta más juricidad haya en Colombia, menos violencia existirá. Y la Corte Constitucional tiene un gran aporte en ese sentido en términos de derechos humanos, de derechos sociales, de legalidad en general. Soy un hombre de tendencia liberal, no en el sentido partidista, sino en términos de filosofía política, de manera de ser. Yo provengo del Externado de Colombia, que defiende unos principios liberales. Soy fiel a ellos...

¿Le adjudica al Externado su formación liberal?

En buena parte, sí; como a mi familia...

¿Por qué su familia?

Mi padre era Óscar Henao Cabal, médico bugueño liberal que, cuando estaba en la cúspide de su carrera como gineco-obstetra, decidió dedicarse a la salud pública y trabajó en los programas de salud pública de Cali. Eso me aproximó a la problemática social. Iba con mi papá a los barrios de Agua Blanca...

Hablando de salud pública, ¿el aborto es un problema de salud, o un problema moral?

Tiene ambos componentes. Dije en el Senado sobre esa pregunta que defendía las sentencias de la Corte, a favor del aborto en los términos de los fallos.

¿Hasta dónde usted será independiente?

Por convicción, por mi manera de ser, por libertad de espíritu, soy una persona que hace lo que mi conciencia básicamente dicta.

Al margen de su posición personal, ¿la nueva Corte será de avanzada?

Si de avanzada significa consolidar el espíritu de la Constitución del 91, la progresividad de los derechos sociales, la defensa de los derechos humanos, tengo la certeza de que así será el conjunto de la corporación...

¿Cómo llegar a la paz a través de la Constitución?

La Constitución es un acuerdo de voluntades.

¿Y el papel de la Corte?

La labor pedagógica que pueda cumplir frente al ciudadano común, para que sepa que el derecho existe, que esa es otra vía de solución.

¿Qué opinión tiene del matrimonio entre homosexuales?

Eso va dentro el concepto de tolerancia social que debe admitirse en una sociedad.

Sus conceptos lo definen ciertamente como un hombre profundamente liberal...

Creo que lo esencial es reivindicar el discurso de la tolerancia. La tolerancia no es una palabra vana, es una palabra hermosa. La tolerancia significa que usted y yo sabemos que somos distintos pero que nos podemos respetar.

¿Cómo le parece lo que ha hecho el presidente Uribe como gobernante?

Uno como magistrado de la Corte Constitucional no debe dar opiniones políticas, que les fascinan a ustedes los periodistas.

'No tengo nada que ver con el Gobierno ni tampoco con la política'



Yamid Amat: En un homenaje que le ofrecieron esta semana en la Universidad, usted dijo que era hijo de campesinos desplazados. ¿Cómo es la historia?

Luis Ernesto Vargas Silva: Mis padres eran campesinos boyacenses que salieron desplazados por la violencia del 9 de abril de 1948. Perdieron todo lo que tenían. Mi papá era obrero en Bavaria. Ni él ni mi madre sabían leer ni escribir.

¿Y a dónde se fueron?

A Cajamarca, donde yo nací. Se refugiaron en la pobreza de un hermano de mi padre, que allá vivía y que era policía. Murió joven.

¿Y por qué su padre tuvo que huir?

Se vinculó demasiado con el gaitanismo, sin medir las consecuencias; después del 9 de Abril, le cayó encima toda la violencia que hubo en Boyacá y se vio obligado a viajar al Tolima, donde empezó absolutamente de ceros. Murió el año ante pasado.

¿Y su madre?

Vive en Ibagué. Insiste en que debo retirarme ya a descansar. No entiende la importancia que tiene la magistratura de la Corte.

En medio de la indigencia de sus padres, de su analfabetismo, de la penuria de toda su familia, y de ser 'hijo de desplazados', ¿cómo se abre camino en la vida?

Mucho esfuerzo, total sacrificio, devoción por el estudio y trabajo sin fatiga.

¿Y cómo llega hasta la magistratura de la Corte Constitucional?

Posiblemente, por mi hoja de vida, con más de 15 mil sentencias dictadas. Creo que la Corte Suprema quiso hacer un reconocimiento de mi trayectoria y me postuló ante el Senado para la Corte Constitucional, luego de revisar 31 años continuos de trabajo en la rama, en los cuales no encontró mácula alguna.

¿Quiénes lo recomendaron ante el Senado para su elección como magistrado?

Nadie. No tengo nada que ver con el Gobierno ni con política. Nadie del Gobierno puede decir siquiera que me conoce. No conocía a ningún senador, ni siquiera a uno. Nunca he sido político; nadie puede afirmar que soy liberal o soy conservador.

Se ha dicho que la nueva Corte no será de avanzada. ¿Qué opina?

Me parece una afirmación irresponsable. Ni yo mismo sé como será la nueva Corte.

¿Usted se considera progresista?

He mirado siempre el derecho en función de la justicia.

Se han debatido mucho tres fallos de la Corte Constitucional sobre derechos patrimoniales de parejas homosexuales, sobre derecho a la afiliación a la seguridad social y sobre pensiones. ¿Usted está de acuerdo?

No puedo pronunciarme, pero, en términos generales, a mí no me gusta la marginalización de determinados grupos o segmentos sociales.

¿Puede significar algún tipo de delito una relación homosexual?

Ninguno.

¿Su opinión sobre la Corte y la situación de los desplazados?

Respeto y comparto la sentencia la C025 de 2004 de la Corte elaborada por el doctor Manuel José Cepeda, así como la de seguridad social también con ponencia suya. Las dos van a pasar a la historia. Frente a la vulneración de los derechos sistemática, generalizada, y públicamente, tiene que intervenir el juez.

¿Por qué no hay justicia en Colombia?

Habría que distinguir de qué clase de justicia estamos hablando. Si es justicia social, es un problema de pobreza, de inequidades, de concentración de riqueza, de desigualdad que todos conocemos. Y si es de administración de justicia, hay que facilitar procedimientos para que el acceso a la justicia sea realmente eficaz.

¿Usted qué piensa de la Constitución del 91?

Me gusta, particularmente, la original. Es decir, sin tantas reformas. La Constitución la han reformado 24 veces en 17 años. Es absurdo.

¿Cuál es el eje central de la Constitución del 91 que más admira?

Los mecanismos de participación ciudadana, lo relacionado con la defensa de los derechos fundamentales, las acciones que aparecen consagradas entre los artículos 86 y 90; todo lo que tiene que ver con la tutela. Las acciones de responsabilidad del Estado le dan al ciudadano del común la posibilidad de que los derechos que aparecen consagrados en la Constitución no sean abstractos, sino concretos. Y esa será la base de mi gestión. La defensa de los derechos ciudadanos.

¿Qué debe esperar el país de su magistratura?

Una gestión seria, responsable y muy comprometida con la defensa de los derechos humanos...

¿Qué opina de los fallos de tutela contra sentencias de las altas cortes?

Sería conveniente que los fallos no sean de las salas de revisión, que están integradas por 3 magistrados; muchas de esas decisiones han sido muy cuestionadas por la sociedad. En ellas, el fallo se resolvió por mayoría de dos con un salvamento de voto. Doy un ejemplo: un juez penal con base en el trabajo que hizo toda la Fiscalía, dicta una sentencia. Esa sentencia es apelada, va a un tribunal que actúa pluralmente y confirma esa sentencia; la apelación va a la Corte Suprema, que se reúne con todos los 9 magistrados y no casan la sentencia, es decir, no la rompen; va a una sala de revisión de la misma Corte y en una decisión, dos por uno, tumban la sentencia. Eso es casi inaudito e inexplicable.

Ha habido discrepancia entre los poderes Judicial y Ejecutivo, que han conducido muchísimas veces a que los poderes choquen. ¿Qué le parece?

Eso no es bueno para el país. ¿Qué es lo adecuado en un país democrático? Que haya independencia total entre sus diversos órganos, autonomía plena en el ejercicio de sus funciones, que se respete la órbita de actividades de cada uno de los organismos y que existan pesos y contrapesos para mantener la democracia. Pero, no puede haber ingerencia alguna de un poder en otro.

¿Y cuál debe ser la posición del Ejecutivo frente a las cortes?

De total respeto por sus decisiones. Cuestionar públicamente las decisiones de un juez es casi que una incitación a desacatarlas, a desobedecerlas; eso no es bueno.

¿Quiénes son?

Juan Carlos Henao: abogado del Externado de Colombia con maestrías en derecho administrativo y en derecho público interno de la Universidad de París y un doctorado en derecho de la Universidad de Panteón - Assas Paris. Fue elegido por el Senado de terna que postuló el Consejo de Estado.

Luis Ernesto Vargas Silva: es hijo de campesinos boyacenses iletrados, desplazados por la violencia. Fue elegido por el Senado de terna nviada por la Corte Suprema. Estudió becado toda la carrera en la Universidad Libre, donde también hizo una especialización en derecho de familia. Desde 1977 hasta hoy ha estado en la rama judicial.

YAMID AMAT
ESPECIAL PARA EL TIEMPO

El Tiempo / 14 de diciembre de 2008