Con la elección, la semana pasada en el Senado, de Jorge Iván Palacio, en reemplazo de Clara Inés Vargas, y de Luis Ernesto Vargas, en lugar de Jaime Córdoba Triviño, se inició el proceso que antes de tres meses habrá cambiado a seis de los nueve magistrados de la Corte Constitucional. El relevo de las dos terceras partes de este máximo tribunal es una prueba para el sistema de pesos y contrapesos, necesario para la vitalidad de cualquier democracia.

En múltiples ocasiones hemos advertido los riesgos que la reelección generó para la conformación de cuerpos como las altas cortes o la junta directiva del Banco de la República. Mientras los mecanismos de nominación y selección sigan diseñados para una presidencia de cuatro años, la Casa de Nariño tendrá, por su carácter de nominador de ternas y con su influencia política en el Congreso, la poderosa tentación de elegir funcionarios y magistrados amigos y así concentrar más poder.

Esta preocupación por el diseño institucional no es la única. Estos procesos están plagados de influencias externas, inclusive las regionales, que se ejercen sobre los congresistas. Hay acuerdos tras bambalinas para entregar ternas a los partidos políticos. Por eso, en lugar de personas idóneas, llegan candidatos 'apadrinados'. Se imponen opciones como las tristemente célebres 'ternas de uno', como la que llevó a la reelección del Defensor del Pueblo, Volmar Pérez, invalidada luego por el Consejo de Estado. La cuota femenina se incumple de manera olímpica: terminado el período de la magistrada Vargas sale la única mujer en el alto tribunal. Los favoritos pasan de un ente judicial a otro y se da hasta el propio cabildeo de los ternados ante sus electores, lo que enrarece la selección. En conclusión, una práctica poco transparente, sin criterios claros ni rendición de cuentas.

Por estas lamentables prácticas, un grupo de organizaciones de la sociedad civil lanzó Elección Visible, un ejercicio de veeduría de la selección de los nuevos magistrados de la Corte Constitucional (su página en Internet www.eleccionvisible.com tiene una completa guía).

La elección de los nuevos magistrados Vargas y Palacio marcó una primera fase del proceso que muestra tanto avances como la continuidad de muchas prácticas. Hasta hoy se han celebrado dos audiencias públicas -la última, el lunes pasado, transmitida por televisión-, en las cuales tanto los senadores como representantes de la sociedad civil han podido hacer preguntas y contar con más información y criterio sobre los aspirantes. Unas pocas de las recomendaciones de Elección Visible fueron tenidas en cuentas y la Presidencia ha mantenido sigilo en la conformación de su terna. El camino, pues, todavía es muy largo.

La próxima semana, el Senado debe elegir otros dos nuevos magistrados de las sólidas ternas del Consejo de Estado para reemplazar a Jaime Araújo y Rodrigo Escobar. Las últimas ternas son las de la Presidencia de la República, para así renovar en dos terceras partes la Corte Constitucional. No son triviales las decisiones que enfrentarán los nuevos magistrados: el referendo reeleccionista, la ley de víctimas, el futuro del sistema de salud, los derechos de las minorías, las tierras de los indígenas y el aborto, entre otros.

Aún es temprano para determinar hacia dónde tenderá la mayoría en la nueva Corte ni si estaremos ante una línea más progresista o conservadora. Por ahora, la renovación del alto tribunal debe no solo ser cuidadosamente vigilada por la sociedad, sino también demandar del Gobierno un inequívoco mensaje a favor de preservar el fundamental equilibrio de los poderes que caracteriza a una democracia seria.

El Tiempo / 26 de noviembre de 2008