Aspirantes atizan fuego a las campañas. Cenas y reuniones con magistrados están a la orden del día.

A un par de meses de cumplirse el plazo para que se elija el contralor general de la República, que reemplazará en el cargo a la controvertida Sandra Morelli –primera mujer que ejerce el control fiscal en la historia del país- se enciende la puja para conquistar a 21 magistrados de las altas cortes, que son los que hacen el primer filtro.

Cada uno de los altos tribunales deberá elegir un candidato, de manera que se pueda conformar una terna, antes del 20 de julio, cuando será el Congreso el que continúe el proceso para seleccionar al personaje que llevará las riendas del nada sencillo control fiscal en el país en los próximos cuatro años.

PRIMERA CORTE

Por el momento, la Corte Suprema de Justicia es la que más avanzada está. Cinco aspirantes se presentaron ante este tribunal, lo que ha sido considerado como una baja participación para un cargo que requiere un doliente escogido con lupa. Tras la audiencia realizada ayer, en la que se escuchó la propuesta de los candidatos, habría dos opcionados: Carlos Ardila Ballesteros, que fue representante a la Cámara por el departamento de Norte de Santander, y magistrado del Consejo Nacional Electoral. Es del partido Cambio Radical, cercano a Germán Vargas Lleras. Todas estas condiciones le dan ciertas ventajas para convencer en los dos estrados en los que debe pelear por el cargo.

El otro candidato en esta Corte es Diego Ardila, actual contralor de Bogotá, quien emprende la campaña para optar por el cargo de Contralor General, paralelo a su actual designación, en la cual no hay precisamente tareitas sencillas.

Principalmente, porque hacer campaña para contralor general no solo requiere estar dotado de conocimientos en el control fiscal moderno, sino que es necesario hacer lobby, primero con los magistrados, y luego, con 268 parlamentarios que votarán después de la instalación del Congreso.

SEGUNDA CORTE

En la Corte Constitucional, la aspiración a contralor general también está para alquilar balcón, pese a que el proceso no ha empezado en firme. Suenan los nombres de Camilo Tarquino, expresidente de la Corte Suprema de Justicia, en la que fue miembro de la sala laboral. Este candidato es del llavero del fiscal Eduardo Montealegre, y aunque las cabezas del Ministerio Público (Fiscalía y Procuraduría) no intervienen en la elección, pesa mucho el guiño que le hagan al aspirante.

Aunque aún es prematuro, algunos analistas le apuestan a Tarquino, por los buenos amigos que tiene en las altas Cortes. No obstante, su debilidad estaría en el Congreso, donde no es muy cercano, lo que le demandaría un lobby más agresivo.