COLUMNA

Por Gloria María Borrero*

Era una oportunidad para demostrar que no se necesitaba una reforma constitucional y que era suficiente con la elección de miembros idóneos y competentes.

Esta semana, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, con tres honrosas excepciones -Solarte, González y Vall de Ruten, alcanzaron un inédito nivel de desvergüenza. Confirmaron que son sordos y ciegos a los clamores ciudadanos, que la reacción de los colombianos que motivó la caída de la reforma de la justicia no les importó y, por el contrario y con arrogancia, nos demostraron una vez más que a ellos nada los toca y que solo les importa perpetuar sus privilegios y poder. No les importan ni la suerte de la Rama Judicial ni la de la institución que representan.

A pesar de varios derechos de petición, opiniones y comentarios de diferentes actores sociales, en especial de algunos columnistas y de Elección Visible (coalición de actores sociales de la que soy vocera), para que hicieran un proceso de selección transparente, público, atendiendo solo a los méritos de los candidatos y teniendo en cuenta un perfil adecuado para ejercer las funciones de gobierno y administración de la Rama, decidieron designar a dos exmagistrados y expresidentes de la misma Corte como nuevos magistrados de la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura (CSJ), siguiendo su costumbre inveterada.

El CSJ carga con varios años de desprestigio, a tal punto que se salvó a última hora de ser suprimido con la fallida reforma de la justicia. Integrarlo adecuadamente era una oportunidad para demostrar que no se necesitaba una reforma constitucional y que era suficiente con la elección de miembros idóneos y competentes. No es cualquier perfil el que se necesita y mucho menos un perfil solamente judicial. No se puede atender solo a los generales requisitos constitucionales, que son únicamente habilitantes para aspirar al cargo, pero que no agotan el perfil que se necesita para pertenecer al órgano de gobierno de la Rama. Así, se perdió una oportunidad para configurar una sala heterogénea en sus orígenes (carrera judicial, academia, sector privado y público-administrativo), en sus competencias (gerencia, finanzas, administración, jurisdicción, diseño de políticas públicas, etc.) y en género (¡no hay ninguna mujer en la Sala Administrativa!).

Una vez más, la Corte Suprema no estuvo a la altura de semejante reto. Prefirió protagonizar un espectáculo de irresponsabilidad, de 'carrusel' entre cortes, de pago de favores y de satisfacción de sus apetitos burocráticos. Y es que la situación de incompetencia y de desprestigio del órgano de gobierno y disciplina del Poder Judicial se debe a las tres altas cortes y al Gobierno Nacional, que no han sabido postular a las personas con las calidades requeridas para tan importante labor, salvo algunas pocas excepciones. Es más, ni siquiera han podido entender cuál es la función de gobierno que debe ejercer este órgano.

Señores magistrados: teniendo en cuenta que no pudieron con este reto, desde la Corporación Excelencia en la Justicia y Elección Visible, en alianza con otras organizaciones y convocando a los ciudadanos, promoveremos una urgente reforma constitucional. Esta buscará cerrar el paso a este tipo de irresponsabilidades, para lo cual propondremos medidas como la eliminación de sus funciones electorales, el establecimiento de mayores requisitos para acceder a las altas cortes y al órgano de gobierno del Poder Judicial, la prohibición del paso de una corte a otra -para que la magistratura se convierta en la cúspide de una carrera- y la consagración de inhabilidades e incompatibilidades más estrictas para los magistrados.

Así como en junio pasado presionamos, con el apoyo ciudadano, el hundimiento de la reforma de la justicia, hoy de nuevo estamos convocando a los ciudadanos para promover urgentemente esta reforma. ¡Ya fue suficiente!

* Directora Corporación Excelencia en la Justicia y Vocera de la coalición Elección Visible