Por José Manuel Acevedo, analista.
Resulta comprensible la preocupación de algunos sectores de la sociedad que se han unido para hacer una veeduría de la elección de los próximos magistrados de la Corte Constitucional. Además de que se trata de un número significativo de nuevos miembros -seis para ser más precisos-, el relevo podría convertirse en una rendija por donde se cuelen avezados políticos y no necesariamente abogados con conocimiento constitucional. Y a estos se suma la inquietante posibilidad de que el Gobierno pueda consolidar unas mayorías en el sector de la Justicia, que le resten credibilidad e independencia a la rama.
A continuación, algunos temas que no pueden pasar inadvertidos a propósito del tremendo reto que enfrentan los nominadores y electores de los futuros magistrados.
Ternas de uno
Las famosas 'ternas de uno' pueden ser otro factor de riesgo en las elecciones que se avecinan en el Congreso. Basta revisar las últimas ternas que han sido presentadas para constatar, de entrada, que suponen la elección de un candidato y que los otros son apenas una formalidad.
Para no ir más lejos, el último magistrado elegido para la Corte Constitucional, Mauricio González Cuervo, quien venía de la Secretaría Jurídica de la Presidencia, tuvo como competidoras a dos muy buenas abogadas que, conscientes de que no tenían chance, terminaron renunciando a la 'terna de uno' para no prestarse a un juego que estaba convenido previamente entre el Ejecutivo y el Congreso.
La elección se realizó y González, no obstante la controversia que generó su postulación, se convirtió en flamante magistrado de la Corte Constitucional en octubre de 2007. Un año después de su elección, la participación del ex secretario en el alto tribunal ha sido muy pobre, por no decir nula. De 247 sentencias de constitucionalidad proferidas por la Corte desde el día de su posesión, el magistrado -ex subordinado del presidente Uribe- ha tenido que declararse impedido en 88 procesos, y en temas tan sensibles como el de la Ley Forestal y el TLC, se vio obligado a quedarse por fuera de la discusión porque, como le seguirá ocurriendo, o ya había conceptuado sobre el tema o había participado en la elaboración y trámite de las leyes objeto de revisión. Que un magistrado haya sido elegido para, en menos de un año, declararse impedido en más del 30 por ciento de los procesos que llegan a su conocimiento, es una vergüenza para el Gobierno que lo nominó y para el Congreso que lo eligió.
Es el precio de las 'ternas de uno'. El mismo caso que se presentó con el Defensor del Pueblo: que ya se sabía que iba a resultar vencedor Vólmar Pérez. Y el mismo que podría repetirse en el caso de la terna para procurador.
La hora de las mujeres
Otro tema que preocupa a la hora de armar las ternas es la inclusión de mujeres para cumplir con la Ley de cuotas, que no solo ha sido violada en más de una ocasión, sino que cuando se aplica se convierte en un lánguido saludo a la bandera, pues no ha tenido impacto y menos aun en los altos cargos de la rama judicial.
La elección de Nilson Pinilla como magistrado de la Corte Constitucional se vio amenazada por la ausencia de una mujer en la terna, pero al final el Consejo de Estado respaldó el nombramiento. Si se respeta este precedente, es posible que suceda lo mismo con el Defensor del Pueblo, cuya elección fue demandada por la misma razón.
Para ocupar la vacante que deja Clara Inés Vargas, la única mujer en la Corte Constitucional, ya tienen aseguradas sus nominaciones dos hombres: Jorge Iván Palacio y Jorge Eliécer Mosquera. No dudo de que ambos son abogados de significación, pero organizaciones feministas pelearán, quizás con razón, por que la terna para reemplazar a la magistrada esté integrada solo por mujeres, de tal forma que se garantice que al menos una mujer quede en la Corte.
Y es que la realidad demuestra que la participación de las mujeres en las altas Cortes es insignificante: una de nueve magistrados en la Constitucional, cuatro de 20 en la Suprema y ocho de 27 en el Consejo de Estado.
La Ley de cuotas tendrá su mayor prueba de fuego en las elecciones que se avecinan de magistrados de la Corte Constitucional y de procurador, pues aunque las ternas incluyan mujeres el impacto de una norma que hasta ahora ha sido rey de burlas, depende, en últimas, de las posibilidades reales de las aspiraciones de quienes sean postuladas.
Recomposición pluralista
Este breve análisis puede concluir con el tema fundamental de la presencia de distintas vertientes ideológicas en el seno de la Corte. Si bien se exige a los jueces fallar en Derecho, es inocultable, sobre todo en los días que corren, que los análisis de los magistrados de la Corte Constitucional responden no solo a consideraciones jurídicas o puramente normativas, sino a interpretaciones sociológicas y políticas que inevitablemente se reflejan en los votos de sus miembros sobre cuestiones trascendentales.
En este sentido, una recomposición desde la pluralidad es altamente conveniente y debería ser un factor decisivo en la elección de los miembros del tribunal constitucional. La Corte no puede convertirse en un reducto de la oposición ni, lo que es peor, que el Gobierno termine imponiendo su visión dentro del tribunal.
Los congresistas tienen la posibilidad de elegir de cada terna que llegue a su consideración, a hombres y mujeres que alimenten el debate democrático y que no se sumen a un perjudicial unanimismo o a una sociedad de elogios mutuos. Hace rato no vemos aclaraciones o salvamentos de voto interesantes o que por lo menos reflejen una tensión intelectual de alto contenido.
El Derecho Constitucional es dinámico y está conectado íntimamente con lo sociológico, pues se alimenta de elementos fundamentales de la vida misma de los Estados. El debate podría ser apasionante pero, como van las cosas, corre el riesgo de reducirse a un simple problema de carácter burocrático y partidista. Amanecerá y veremos.
Cambio / 06 de noviembre de 2008