La elección del nuevo director administrativo de la Rama Judicial, Diógenes Villa, dejó al descubierto graves diferencias en la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura.
En una constancia radicada ante la Sala Administrativa el pasado viernes después de la elección, el magistrado Néstor Raúl Correa denunció que la solicitud para cambiar al actual presidente de la corporación, Jose Alfredo Escobar Escobar, porque no tiene "muy buena presentación ante la opinión", que la petición de derogar el acuerdo que había creado 13 cargos de magistrado auxiliar para la Sala Disciplinaria, así como la recomendación para que se eligiera como director ejecutivo a la persona de más alto perfil gerencial, fueron derrotadas.

A través de un documento, el magistrado Correa cuestiona que Diógenes Villa haya sido director de una cooperativa en el Huila durante un corto tiempo, lo cual no le otorga las calidades y destrezas necesarias para administrar una empresa tan grande como es la Rama Judicial, en la cual laboran 23 mil 500 personas y se ejecuta un presupuesto de dos billones de pesos anuales.

Néstor Raúl Correa cuestiona igualmente que dos de los magistrados que votaron con él en las elecciones anteriores en favor de la candidata Catalina Velasco, economista de la Universidad de Los Andes con una maestría en la Universidad de Michigan, cambiaron su postura, con lo que pasaron de un empate 3-3 a una aplastante victoria 5 1. "Esos magistrados le deben una explicación a la opinión pública[1]. Fue un concurso de méritos, pero al revés".

Esta es la constancia que radicó el magistrado Néstor Raúl Correa Henao

CONSTANCIA
DEL MAGISTRADO
NÉSTOR RAÚL CORREA HENAO
PARA EL ACTA DEL 24 DE AGOSTO DE 2011
DE LA SALA ADMINISTRATIVA DEL CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA

Dejo constancia por medio de este escrito respecto de lo aprobado por la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura en la sesión ordinaria del día 24 de agosto de 2011. Esta constancia está divida en dos partes, que presento de manera sucesiva: las votaciones y la reflexión.

LAS VOTACIONES

En cuanto a lo primero, expuse argumentos jurídicos y de conveniencia acerca de la necesidad de cambiar al actual presidente de la Sala Administrativa, magistrado José Alfredo Escobar. Desde el punto de vista jurídico, indiqué cómo el reglamento de esta Sala establece que el vicepresidente, que de principio a fin conserva esa calidad, pasa a ejercer las funciones y a responder por las obligaciones del presidente, en caso de falta absoluta o temporal de éste, sin en ningún caso adquirir la calidad de presidente de la Sala. Ahora bien, faltando el presidente, habría lugar a elegir uno nuevo. Y desde el punto de vista de conveniencia, anoté que no tiene muy buena presentación ante la opinión que tengamos como vocero a dicho magistrado. El magistrado Escobar se defendió de ambos ataques. El debate fue intenso, como lo ha venido siendo entre nosotros dos en las últimas semanas. Al final el resto de los magistrados apoyó al vicepresidente.

En cuanto a lo segundo, solicité una vez más la derogatoria de la medida de descongestión que se le había dictado semanas atrás a la Sala Jurisdiccional Disciplinaria, en la cual se crearon 13 cargos de magistrado auxiliar, con sus respectivos sustanciadores. Estos cargos están adscritos a una sala de instrucción y no a los despachos. Según la prensa, con esos cargos se está haciendo política en el congreso, ofreciéndolos a cambio de que los congresistas no voten por la eliminación de la Sala Disciplinaria cuando aborden la votación de la reforma a la justicia que presentó el gobierno. Esta petición la he venido haciendo de manera individual desde que se profirió la medida, y no porque no se tenga necesidad de ella – que tal vez se pudiese requerir -, sino por la forma como quedó estructurada, ya que no permite visibilizar quién nombró a quién y por qué, ya que toda responsabilidad se diluye en una impersonal sala de instrucción. Incluso llegué a solicitar que se crearan no 13 sino 14 cargos de magistrado auxiliar, a condición de que estuviesen adscritos a cada uno de los siete despachos actuales, para poder medir así quién eligió a quién. Esa visibilidad sería una forma de control y evitaría un mal uso de los nombramientos. El magistrado José Alfredo Escobar, coordinador del tema de la jurisdicción disciplinaria, se opuso de nuevo a mi proposición y defendió la medida[2][1]. De nuevo el resto de la Sala apoyó al magistrado Escobar.

Y en cuanto a lo tercero, se eligió al fiscal Diógenes Villa como nuevo director ejecutivo de administración judicial, de la terna de candidatos que había enviado la comisión interinstitucional. Yo había propuesto elegir a Catalina Velasco, que era de lejos, de muy lejos, la mejor candidata. Velasco es economista de Los Andes, con maestría en la Universidad de Michigan, fue directora de planeación distrital y tiene incluso categoría ministeriable. Villa tiene para mostrar en términos gerenciales únicamente el haber sido director de una cooperativa en el Huila durante un corto tiempo. De hecho dudo que Villa tenga las calidades y las destrezas para administrar una empresa tan grande como es la rama judicial, en la cual laboran 23.500 personas y se ejecuta un presupuesto de dos billones de pesos anuales. Hay que recordar de paso que lo que el gobierno nacional busca con su proyecto de reforma a la justicia es justamente elevar el nivel de gestión de la rama judicial. Pero la Sala eligió la opción menos buena de la terna, dando un salto al vacío tan temerario como inexplicable. Hay que tener presente que dos de los magistrados venían votando conmigo a favor de Velasco y en contra de Villa, ya que en votaciones anteriores se había llegado a un empate 3-3, pero en la última semana se "voltearon" y cambiaron de parecer. Esos magistrados le deben una explicación a la opinión pública[3][2]. En fin, fue un concurso de méritos, pero al revés[4][3]. La votación quedó cinco votos por Villa y uno, el mío, por Velasco. De hecho la Sala me ofreció hacer una nueva votación, para indicar que la elección había sido por consenso. Yo rechacé la oferta y preferí dejar esta solitaria[5][4] constancia.

LA REFLEXIÓN[6][5]

El requisito básico para ser juez es el carácter. El carácter consiste en tener el valor de decir "no" a una propuesta para hacer algo que éticamente se considera malo[7][6]. Y nosotros, como gerentes de la rama judicial, tenemos el doble deber de tener autoridad moral ante los jueces: si los jueces son la luz de la sociedad, nosotros debemos ser la luz de los jueces. Y no siempre lo hemos sido[8][7].

La opinión pública nos ha venido criticando y eso no debe ser gratuito. No se trata de enemigos agazapados de la Sala Administrativa sino del simple reflejo de lo que proyectamos, como un espejo. Por tanto urge hacer una autocrítica y cambiar radicalmente de comportamiento y de política. Todo ello lo he venido sosteniendo sin éxito en las últimas sesiones.

Sin embargo no pierdo la esperanza de que en el futuro cercano la Sala cambie de actitud. En todo caso dejo las puertas abiertas para propiciar un reencuentro, pero bajo otras lógicas y otras miradas.

He también insistido ante la Sala, ahora que se discute el proyecto de reforma constitucional a la justicia, sobre el hecho de que la supervivencia del Consejo Superior de la Judicatura está atada a su legitimidad: la única manera de que no nos supriman es dando muestras reales de estar a la altura ética que corresponde a nuestra labor. Sólo se puede sobrevivir con dignidad. De resto no vale la pena.

Texto copiado de www.rcnradio.com - Conozca el original en http://www.rcnradio.com/node/108147#ixzz1XsaPhNtO