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La Corte Suprema aplazó ayer de nuevo la elección del Fiscal, luego de ocho meses de interinidad. Con ello se envía un equívoco mensaje de que no es necesario dicho cargo y que la falta de voluntad para llenarlo obedecería a intereses políticos, a la espera de quién será el próximo Presidente de la República. Un juez no debe olvidar su fidelidad a la verdad y a la ley. A nada más.

La Corte Suprema de Justicia está enviando un delicado mensaje a la sociedad al no elegir Fiscal General de la Nación, ya que los ocho meses de interinidad que lleva la institución pueden conducir a la errónea conclusión de que el país no requiere del alto funcionario, pues basta con nombrar a un destacado jurista para que ejerza las funciones de encargado, por el tiempo que sea, en el segundo cargo más importante de la nación, según la propia Corte.

Craso error, ya que esta interinidad va en detrimento de una justicia pronta y cumplida para el ciudadano, la verdadera razón de ser de la institución judicial. Y posición que se contradice con la sostenida por el mismo Tribunal en julio de 2009, cuando le solicitó en forma apremiante al Presidente de la República la presentación de la terna, ya que "consideraba nociva una interinidad".

Entonces, en qué quedamos: ¿se necesita o no un Fiscal en propiedad? No nos satisface la respuesta del presidente de la Corte, Jaime Arrubla, al afirmar que sí hay Fiscal, el doctor Guillermo Mendoza Diago pues, si bien reconocemos su profesionalismo, es obvio que la calidad de encargado lo ha limitado en su capacidad de decisión y gestión.

A la Corte Suprema se le acabaron las excusas para no elegir. Recordamos que el país tuvo que resignarse a la exótica "inviabilidad de la terna", figura creada por el alto tribunal pero no consagrada en la Constitución, y para nosotros en abierta contradicción con la misma Carta. En consecuencia, el Presidente Uribe recompuso la terna, cosa que tampoco satisfizo a los magistrados, quienes llevan múltiples votaciones tratando de ponerse de acuerdo sobre uno de los tres ilustres y competentes juristas que la conforman.

Como no hay razones constitucionales ni éticas que impidan la escogencia del importante funcionario, concluimos que para algunos magistrados las motivaciones políticas son las que les han impedido hacer tan vital elección. Los hechos así lo confirman tras las explicaciones que da la Corte después de cada ronda de votación, pues aunque se adornen con adjetivos y formalismos legales no reflejan más que la falta de voluntad para nombrar al Fiscal, hasta tanto se sepa quién será el nuevo Presidente de Colombia.

Algunos jueces parecen olvidar que su fidelidad es con la verdad y la ley. Con nada más. Pero por desgracia para Colombia es evidente la indebida intromisión en política de algunos magistrados.

En septiembre de 2009 dijimos que jamás habríamos pensado tener que escribir un editorial pidiéndole a la Corte que cumpliera con la Constitución, solicitud que parecía un hecho para Ripley , ícono del absurdo y de lo increíble. Pero ayer se repitió el absurdo, no se eligió al Fiscal, y se aplazó por otros 15 días la reunión para votar. Lo grave es que tampoco hay el compromiso de que en esa fecha se haga ¡Qué dolor y qué horror que buena parte de la Justicia se haya politizado!

Por favor, señores magistrados: elijan al Fiscal. Los colombianos esperamos de ustedes unos jueces justos y serenos, que hagan prevalecer la justicia por encima de toda consideración. Sería lamentable que esta Corte pasara a la historia, no por su grandeza y sabiduría para impartir justicia, sino por arrodillarse ante la politiquería. La que optó por hacer oposición a un Gobierno, y no por impartir el bien sagrado de la justicia.

El Colombiano / 23 de abril de 2010