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Por: Cecilia Orozco Tascón

SEÑORA GABRIELA KNAUL DE ALBUquerque e Silva: usted no tiene por qué saber cómo se juega en Colombia.

Debido al avance tan profundo que las fuerzas antidemocráticas han logrado conseguir en los diferentes niveles sociales del país, es posible que usted, como relatora de la ONU para la Independencia Judicial que es, esté siendo utilizada por ellas. Entre otras perlas, han puesto en sus labios frases en contra de lo que, precisamente, usted defiende: la autonomía y probidad de los jueces. Desde luego, cuando vino, no podía enterarse a cabalidad de por qué al Gobierno y a sus aliados —muchos sometidos a investigación y otros muchos, condenados por sus nexos criminales— les interesaba antes y ahora más que nunca, contar con un Fiscal de bolsillo al que puedan manipular. No ya tan sólo para que éste no mire hacia los pecados de los funcionarios de la Casa de Nariño, sino también para que nunca llegue al fondo de la trama delictiva que se activó desde la agencia de seguridad de la Presidencia, DAS, contra los opositores, los periodistas y la Corte Suprema, el tribunal que está en un peligroso vórtice porque un puñado de sus magistrados se ha empeñado dignamente en cumplir con sus obligaciones constitucionales.

Le voy a contar una historia que la ilustrará un poco: en enero de 2008, el Presidente de la República denunció por injuria al presidente de la Corte. Dos meses después, el 2 de abril, la subdirectora de Operaciones del DAS le reportó, mediante correo electrónico a su jefa, la directora de ese cuerpo secreto, cómo iban las pesquisas —sin orden de juez— sobre intimidades económicas del magistrado denunciado y su abogado defensor. El 18 y 23 de abril, la subdirectora dio cuenta de los avances en esa indagación. En la noche de ese 23, un delincuente enviado por un genocida narcoparamilitar entró por el sótano de la sede donde gobierna y vive el Jefe de Estado. Iba a reunirse con los secretarios Jurídico y de Prensa del Mandatario y con la subdirectora del DAS. El delincuente, hoy asesinado, les iba a llevar "pruebas" contra los integrantes de la Corte. 24 horas más tarde, la directora del DAS visitó al Secretario General de Presidencia para informarle los hallazgos sobre un individuo X que, como andaba con los magistrados, constituía una disculpa perfecta para espiarlos a ellos.

El 26 de abril, sábado, otro investigador del DAS le escribió a la subdirectora: "Mañana se publica un artículo que va a poner a tambalear a nuestros amigos". El domingo 27, salieron, en efecto, informes en el periódico y la revista más importantes de Colombia, en los que se ponía en duda la honra de los togados por su amistad con el individuo X. ¿Adivine quién les deslizó los datos? Un bullicioso consejero del Presidente que suele infiltrarse en los medios. El 29 de abril, martes, el doctor Uribe tenía cita en la Comisión de Acusaciones, en donde se dirime el pleito judicial entre él y el magistrado. Da la impresión de conjura, ¿no le parece?

Estos hechos constan en procesos legales aún abiertos. El curso o parálisis de dichas investigaciones dependen del Fiscal. Quien hoy está encargado de esa alta posición está haciendo bien su tarea. Por eso el Gobierno está asustado. Y empezó a presionar de nuevo a la Corte: que nombre Fiscal en propiedad, entre tres candidatos que le dan tranquilidad. Ha salido a gritar o acude a los periodistas 'colaboradores', otra vez. Hay varios dispuestos a ser altavoces oficiales y a tergiversar sus declaraciones. Por eso, relatora, cuídese de lo que dice y, en particular, a quién se lo dice.

El Espectador / 21 de abril de 2010