Por Isabel C. Jaramillo y Julieta Lemaitre
ANÁLISIS Las mujeres en las ternas no pueden ser sólo un saludo a la bandera. La Corte Suprema ya sacó la primera terna para la elección de magistrados a la Corte Constitucional. Falta la segunda, con la que se reemplaza a la única mujer que en 17 años ha sido elegida magistrada de la Corte Constitucional: Clara Vargas. En su primera terna la Corte Suprema colocó una mujer, pero la más joven de todas las inscritas, y por lo tanto la que tiene menos experiencia y por lo tanto, menos oportunidades de ganar. ¿Por qué no escoger a las mejores? Porque cómo van las cosas, la Corte Suprema va a reemplazar a Clara Vargas con un hombre. Primero porque está visto que la elección de las ternas es la parte menos democrática del proceso, es decir donde hay menos espacio para escuchar a la opinión pública. Se hace a dedo, no hay espacio siquiera para una audiencia pública y se garantiza en ese momento el candidato escogido (como sucedió en la primera terna de la Corte Suprema con Javier Tamayo) poniéndole otros dos que no plantean competencia alguna. Y el Congreso queda maniatado porque los senadores no pueden "devolver" la terna (salvo que en su conformación se viole alguna norma legal o constitucional o los candidatos resulten inhabilitados.)
Si los honorables magistrados de la Corte Suprema quisieran nombrar a una mujer en la segunda terna, para la cual ya han elegido dos hombres, Jorge Iván Palacios y Jorge Eliécer Mosquera Trejos, tienen de dónde escoger. Que no se diga que las mujeres son demasiado jóvenes o inexpertas porque si la Corte se toma en serio a las mujeres que hicieron la tarea de inscribirse en las listas ciertamente hay candidatas calificadas.
De acuerdo con la información que la Corte Suprema de Justicia suministró para su publicación en la página de Elección (http://www.eleccionvisible.com), se inscribieron 61 personas en la lista para ser consideradas en las ternas. De estas 61 personas, 14 son mujeres (casi un 25 por ciento), una ya fue ternada (Doris Benítez). Entre las 13 mujeres restantes de la lista al menos tres superan, por sus méritos, a los dos hombres que ya están en la terna.
Mientras que estos tienen como principales méritos el haber estado durante largos períodos de tiempo ocupando cargos en la Rama Judicial (Palacios no tiene ninguna especialización y no se menciona que haya ejercido la docencia; Mosquera tiene dos especializaciones); Martha Lucía Zamora tiene un doctorado en Derecho Penal y una maestría en ciencias penales y criminología, con múltiples publicaciones en las áreas de constitucional y derechos humanos; Ana María Montoya tiene una maestría en leyes y una especialización en derecho constitucional comparado, y es profesora titular en la Universidad Externado y en la Universidad Jorge Tadeo Lozano; y Ana María Charry tiene un doctorado en derecho constitucional y una especialización de la Universidad San Carlos en Madrid. Ha sido investigadora y profesora de la Universidad Nacional desde 1994.
Así que, señores magistrados de la Corte Suprema, ¿por qué no escoger una de las mejores?
Semana / 01 de octubre de 2008