espectador

 

SI HOY LAS INVESTIGACIONES SE traban por el poder de los investigados, ¿qué sucedería con los falsos positivos, las chuzadas del DAS, la yidispolítica, la parapolítica, si el Fiscal General fuera sacado, cual conejo, del bolsillo mágico del Presidente?

La batalla trunca de la Corte Suprema para elegir un Fiscal que diera garantías de imparcialidad en el curso de los procesos se perdió y producirá el efecto contrario: la Corte votó sin ton ni son por la —ahora— terna viable; y en seguida la "neutral" U empezó a ambientar una reforma constitucional para que el director de la entidad donde se inicia —o se desvía— la acción de la justicia penal sea nombrado en el despacho del Jefe de Estado, como otro subalterno más. La justificación es increíble: "el responsable de todas las políticas de Estado... (debe tener) las facultades necesarias para trazar un camino que nos conduzca a una justicia... de una sola línea". Quien lo afirma es un mensajero político con cara de universitario informante, enviado por los verdaderos autores para medirles el aceite a los que aspiran a hacerse elegir bajo las toldas uribistas.

En vez de atender los reclamos de ética pública, la Presidencia se atrincheró con quienes están listos a hacer lo suyo; el país se encogió de hombros; los comentaristas vaciaron la Constitución de esencia y se pegaron a la mera forma para exigir la elección. Y los magistrados se aculillaron al final de la pelea, unos asustados por su soledad y otros acicateados por los bombones que regalan en palacio. Se doblegaron al legalizar una terna sin explicar por qué ésta sí cumple los requisitos de fondo y los estándares internacionales a los que ellos apelaron. ¿O pretenden convencernos de que la candidata del Procurador, el candidato del Ministro del Interior o el del Primer Mandatario no confundirán las tareas de la Fiscalía con la agenda de sus respectivos nominadores?

Tienen razón los críticos que protestan porque la Corte no eligió hace seis meses al aspirante que logró la semana pasada once votos (!). ¿Éste no es el mismo que ha hecho la campaña de relaciones públicas más larga que nunca se haya emprendido, y quien tiene los vínculos más estrechos con el Primer Mandatario, es decir, no es el menos autónomo de las dos ternas? Tienen razón los que aseguran que los togados actuaron, por salir del tema, con los recién postulados. ¿Alguien preguntó si era cierto que Margarita Cabello entró a la Procuraduría y a la terna porque tiene la fortuna de contar con dos padrinos: Alejandro Ordóñez y Rafael Eugenio Quintero Milanés, procurador delegado de Ordóñez y hermano del magistrado de la Corte Jorge Luis Quintero Milanés? ¿Tuvieron curiosidad por averiguar si este enroque clientelista de puestos influye en los votos que la señora obtuvo? ¿Alguien ha pensado qué pasará el día en que el Procurador domine los procesos disciplinarios y penales? ¿Alguien se tomó el trabajo de investigar si es verdad que el doctor Velilla es la cuota que el Presidente le "regaló" a Valencia Cossio en la terna? Y, pese a su experimentada hoja de vida, ¿alguien verificó si la historia que se repite en los pasillos de la Facultad de Derecho de la Universidad Santo Tomás sobre un proceso disciplinario interno por la conducta del profesor Velilla con sus alumnos, tiene asidero en la realidad? La mitad de la Corte no se cuestionó. La mitad de los magistrados se resiste y vota en blanco. ¿Con qué ablandaron a los otros? Se oyen cuentos. Si ellos no preguntan, los ciudadanos sí ejercemos ese derecho hasta cuando la "justicia de una sola línea" nos lo permita.

Dirección web fuente:

http://www.elespectador.com/columna185561-justicia-de-una-sola-linea

El Espectador / 02 de febrero de 2010