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La sorprendente votación de la semana pasada de Camilo Ospina para ser fiscal general puede ser apenas flor de un día.

La Corte Suprema dio una verdadera sorpresa en su primera votación de la terna para elegir al Fiscal General de la Nación. Luego de seis meses en los que el alto tribunal se negó a votar porque la terna no era viable y se entendía que había un veto sobre Camilo Ospina por ser el candidato favorito del Presidente de la República, nadie esperaba que en una de las rondas de votación del jueves pasado éste obtuviera 11 de 21 votos que estaban en juego.

Si llega a prosperar la votación por Ospina, la Corte Suprema quedaría en una situación incómoda ante el país, pues no tendría cómo explicar que mantuvo en interinidad a la Fiscalía General durante más de medio año para luego terminar eligiendo al que podría haber elegido desde el día uno.

La extrañeza aumenta si se tiene en cuenta que era más fácil que Ospina hubiera tenido una alta votación cuando estaba enfrentado a candidatos como el jurista Juan Palacio y la asesora externa del Ministerio del Trabajo Virginia Uribe, que ahora cuando compite con dos juristas respetados dentro de la misma Corte, como la procuradora auxiliar Margarita Cabello y el consejero de Estado Marco Velilla.

¿Se podría decir entonces que la mitad de la Corte es ahora gobiernista? ¿Significa esto un cambio radical en este tribunal que en los últimos dos años ha sostenido una aguda confrontación con la Casa de Nariño?

Al hacer una lectura superficial se podría decir que sí. Según pudo establecer SEMANA, entre los votos a favor de Ospina están dos de los magistrados más críticos del gobierno. "Hay algunos que públicamente tienen un discurso duro contra el gobierno pero en realidad son amigos de él", le dijo un magistrado a esta revista.

Pero la realidad puede ser más compleja. En los pasillos de la Corte es vox populi que Ospina ha estado reuniéndose con la cúpula del pastranismo y que estarían tratando de llegar a un acuerdo para que ciertos magistrados de la cuerda del ex presidente conservador le den su apoyo a Ospina. Sin embargo, el trato no parece estar finiquitado. Esa votación podría ser sólo un gesto de ellos con Ospina y al final esos votos podrían terminar en las cuentas de Marco Velilla, que es en realidad el candidato de los afectos de este grupo.

Una lectura detenida de las cuatro votaciones del jueves también permite sacar otras conclusiones. De los 23 magistrados sólo participaron 21: uno no asistió y el otro está vacante. En la primera votación el resultado fue ocho en blanco, cinco por Cabello, cuatro por Ospina, tres por Velilla y uno nulo. En la segunda, que por reglamento se hace entre los dos con mayor votación, Cabello ocho, Ospina tres y 10 en blanco. Luego se votó aparte por cada uno de ellos: Cabello sacó 10 votos contra 11 en blanco; a su turno, Ospina obtuvo 11 votos contra 10 en blanco.

Más allá de la sorpresa de Ospina, lo que dicen los números es que en cualquiera de los escenarios hay por lo menos ocho votos en blanco. Eso quiere decir que por ahora no parece que se pueda elegir Fiscal. Pues la votación mínima para ser elegido son 16 votos y si se mantienen los ocho en blanco, lo máximo que obtendría un candidato serían 14 votos.

La votación es tan estrecha que ninguna de las dos partes quiere ceder y por eso, entre otras cosas, la sala plena tampoco ha logrado llenar la vacante que tiene la Corte. Tras más de 50 votaciones, no ha podido elegir el magistrado que falta. Uno de los dos sectores de la Corte no quiere darle ningún tipo de ventaja al otro.

A esa complicación se suma ahora la elección del presidente de la Corte Suprema. Las primeras votaciones han mostrado que no va a ser fácil. Los votos también están divididos entre Jaime Arrubla -por parte de los llamados radicales frente al gobierno- y Pedro Octavio Munar -el candidato de los moderados-. Parece repetirse la historia de hace un año, cuando los votos estaban divididos y al final, tras tres meses de votaciones inútiles, fue elegido un tercero, Augusto Ibáñez. Esta vez, la tercería estaría por el lado de Edgardo Villamil.

Semana / 30 de enero de 2010