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Por: Jairo Puente Brugés

Si a una persona le diagnostican un cáncer avanzado ¿A qué tipo de médico acudiría? ¿A un oftalmólogo? Es decir un médico especializado en los ojos ¿O tal vez a un siquiatra? Médico especializado en la mente. Por supuesto que no, si su intención es sobrevivir seguramente que será tratado por un oncólogo, un especialista en tumores. Esto es de simple lógica, de ahí que si la intención del presidente Uribe fuera la de extirpar la metástasis criminal que nos azota ¿Por qué rayos postula para el cargo de Fiscal General a abogados que no son especialistas en el tema penal? Citando el anterior ejemplo de los médicos, el Fiscal General encargado explicó el punto con claridad: "Para venir a una audiencia pública hay que saber de procedimiento penal, tanto general como especial, de lo contrario no se pueden sostener controversias sobre ciertos temas que son vitales en un procedimiento penal".

Los ternados por Uribe cumplen con los mínimos requisitos legales, como también los cumplía la especialista en mercadeo de cosméticos que nombró Uribe como segunda Ministra de Medio Ambiente. Igualmente los cumple el politiquero profesional que está encargado de la justicia, cuyo hermano reposa en la cárcel. Estos dos no son la excepción, sino la regla uribista. Pero no se trata de nombrar al que cumpla los requisitos mínimos, sino al más competente y limpio. Se supone que eso es la meritocracia, que Uribe ha vociferado es una bandera de su administración. Ya sabemos que el presidente dice una cosa y hace lo contrario, por eso el mayor mérito de los postulados es su cercanía al mandatario. La funesta experiencia de la sala disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura (calificada de "organismo descompuesto" por el presidente de la Corte Constitucional) ilustra perfectamente los riegos de continuar "uribizando" la justicia colombiana.

Tiene razón la Corte Suprema al declarar inviable una terna que no garantiza la competencia ni la independencia del fiscal. Un fiscal que tendrá en sus manos muchos expedientes que salpican directamente a la Casa de Nariño. Habría que preguntarse ¿Cuál es el interés de Uribe de nombrar a sus amigos y subalternos en tan delicado cargo? ¿A qué le teme? Aquí no existe un choque de trenes, lo que tenemos son saboteadores que intentan descarrilar el tren de la justicia.

Vanguardia / 11 de noviembre de 2009