Por Javier Darío Restrepo
Me atrevo a dar algunas pistas para encontrarlo y para entender por qué la Corte no ha podido verlo en la terna presidencial.
En la agenda de ese nuevo fiscal, entrarán asuntos tan complejos como el de los acusados por la parapolítica. Las acusaciones contra ellos no cubren solamente las presiones a los electores; se trata de 21.000 asesinatos, de 1776 desapariciones, de 648 secuestros, de 27 casos de violencia sexual, según datos no actualizados de la Unidad de Fiscalías para la Justicia y la Paz. No es, pues, un asunto menor que pudiera atenuarse mirándolo como conflicto entre políticos.
De los acusados por esos delitos el 85.7% pertenecen a la coalición de gobierno, según datos de la Corte y de la Fiscalía. Son los mismos a quienes el presidente dijo, en una sorprendente frase, que votaran mientras no estuvieran encarcelados.
Para actuar en derecho en estos casos, el fiscal deberá mantener una total independencia respecto del poder presidencial, que ya ha intentado impulsar proyectos de ley que favorecen a estos encarcelados.
Habrá un caso particularmente complejo entre esos: el del senador Mario Uribe, primo del señor presidente, que a su vez dio origen a otro grave conflicto entre el presidente y el ex presidente de la Corte, el magistrado Valencia, en que están de por medio, presuntas o reales presiones del presidente sobre la Corte a favor de su primo.
Al fiscal le tocará tomar esos casos con pinzas para que se decida de acuerdo con la ley y no con corrección política, si alguna vez hubiera de intervenir. También, en este evento, tendrá que acudir a todas sus reservas de independencia si ha de cumplir a conciencia con su papel.
Y si no le da importancia, los medios se lo recordarán porque no es un caso fácil, el de aquel director de fiscalías de Medellín, hermano del Ministro del Interior y de Justicia. Para actuar en ese caso, por más que trate de soslayarlo, deberá tener en cuenta el poderoso parentesco y, al clasificarlo, deberá incluirlo entre los que requieren el máximo temple de su independencia.
Y que no se le olvide el caso de aquel escurridizo ex director del Das, "un buen muchacho", según el Presidente y, sin embargo, procesado en relación con muertes de sindicalistas y de cooperación con grupos de paramilitares. Azotado por presiones de cientos de kilómetros por hora, el nuevo fiscal tendrá que agarrarse de su independencia si no quiere ser arrastrado como las víctimas de los vientos huracanados.
Son hechos, habría muchos más, que dejan en evidencia que el nuevo fiscal debe ofrecer garantías plenas de independencia y de valentía porque será difícil que cuente con una opinión a la que han anestesiado el concurso y multiplicación de escándalos y abusos de poder, los engaños y sofismas repetidos, y las manipulaciones desde el poder, que han convertido en dogma que la guarda de la Constitución le impone a la Corte darles vía libre a las ternas del Presidente.
Ante una opinión radicalizada e hipnotizada por la seducción del poder, las decisiones del fiscal en más de una ocasión irán contra corriente. Ese fiscal deberá tener en cuenta un estado de conciencia colectiva que no es fácil calificar: si es cínico, si es amoral, si es explícitamente inmoral, puesto que parece haber borrado la frontera entre lo bueno y lo malo, obsesionado por el parámetro moral único: ¿esto conviene al gobierno o lo perjudica?
Es un estado de anomia que resulta de ese estancamiento del pensamiento, provocado por las adhesiones fanáticas y pasionales.
Ante una conciencia colectiva así, el nuevo fiscal deberá ser independiente, radicalmente independiente y valiente, con la valentía de los que deben actuar solos, acompañados solo por su conciencia. Esos fueron los valores que buscó la Corte en la terna sin lograr encontrarlos, en un momento en que una equivocación en esta materia será funesta para todo el país. No es el honor del presidente el que está en juego, es el interés público el que se arriesga si se llega a una solución que favorezca la impunidad. Por eso a la elección de fiscal no se le puede dar un manejo de tahúr de cantina.
El Heraldo / 08 de noviembre de 2009