Por ejemplo, se ha vuelto común decir que una de sus grandes fallas es la no realización de muchas audiencias. La primera cuestión es que no hay estadísticas confiables sobre las razones por las que esos aplazamientos se producen, lo que dificulta la búsqueda de una salida adecuada. Sin embargo, un estudio elaborado por la Defensoría del Pueblo en Medellín durante el primer semestre de 2013 indica que casi una tercera parte de las audiencias no celebradas obedece a que para esas fechas alguno de quienes debían participar en ellas tenían programadas otras actuaciones judiciales. Si esa fuera la principal razón de las suspensiones a nivel nacional, el tema se reduciría a un conflicto de agendas cuya solución sería el diseño de un calendario judicial en línea donde quedaran registradas las diligencias programadas, con la identificación de quienes deben intervenir en las mismas, de tal manera que ninguno sea convocado a varias simultáneamente. El Consejo Superior de la Judicatura lleva años diseñando ese mecanismo, que ya opera en países como Chile; cuando en pleno siglo XXI existen múltiples opciones (incluso gratuitas) para manejar agendas, no se entiende la demora para su implementación en el interior de la Rama Judicial. A ver si les pasa lo que a los norteamericanos en plena carrera espacial, cuando después de una millonaria inversión para diseñar un bolígrafo que permitiera escribir en un ambiente sin gravedad (donde la tinta no fluye normalmente), se percataron de que los rusos usaban lápices.

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